La Real y Oyarzabal arrancaron la temporada con dudas, pero en las últimas jornadas ambos se han entonado y se está viendo reflejado en los resultados. El eibarrés está siendo el termómetro del equipo, y es que, si él está bien, el conjunto txuri urdin no falla.
La Real recibirá el domingo al Valladolid en su momento más dulce de la temporada, peleando por alcanzar puestos europeos, clasificada para los octavos de final de la Copa y tras ganar tres de sus últimos cuatro partidos, de la mano de un Mikel Oyarzabal que está en un gran estado de forma.
Parece que el equipo de Asier Garitano ha encontrado ya el nivel que venía buscando desde el principio de la temporada, se ha descargado de presión tras ganar en Anoeta hace once días contra el Celta y en su siguiente comparecencia, también ante los vigueses pero ahora en Copa, volvió a dar anoche una imagen solvente y convincente de fútbol.
La recuperación del juego y resultados del equipo es evidente y es que los donostiarras, después de su empate en casa ante el Sevilla (0-0) el 4 de noviembre, han mejorado de forma notable sus prestaciones.
Ganaron fuera al Levante (1-3), luego hicieron lo propio en casa contra el Celta (2-1), cayeron con buenas sensaciones ante el Betis por la mínima (0-1) y volvieron a ganar ayer en Copa a los vigueses (2-0) para demostrar que quieren hacer algo importante en su torneo más complicado en las últimas décadas.
Esta progresión blanquiazul ha venido sobre todo de la mano de Mikel Oyarzabal, que ha vuelto a ser el jugador determinante que también es en la selección sub-21 con España. Ayer marcó en la jornada copera, también lo hizo hace una par de semanas al Celta en La Liga y contra el Levante cerró el 1-3, un resultado que otorgó un triunfo de prestigio a su equipo. Es decir, ha marcado tres goles en los últimos cuatro partidos, y desde que comenzó la competición lleva ya cinco, cuatro en Liga y el de ayer de Copa.