Catorce jornadas de liga, catorce partidos jugados y dos porteros que han disputado siete partidos cada uno. Cuando se habla de la portería y de porteros se abre una dimensión diferente a la del resto de jugadores de una plantilla, no son comparables en casi ningún aspecto las vicisitudes que rodean a esta posición con respecto de todas las demás. Por eso no es tan sencillo hablar de la alternancia o continuidad de un portero como de un defensa, un centrocampista o un delantero. Aún así, y con todos los flecos sueltos que hay acerca de la portería de la Real Sociedad tanto en la actualidad como en el medio-largo plazo, mi reflexión es la siguiente.
Si bien es verdad que agua pasada no mueve molino, no hablaré de los que no están presentes, es decir, Gero Rulli, pero sí considero como punto de partida de todo esto la llegada de Miguel Ángel Moyá aquel jueves 1 de marzo a Sevilla cuando la portería de la Real estaba sufriendo una de las mayor crisis, si no la mayor, de los últimos tiempos. No vino gratis, por supuesto, pero eso de saltar al campo con la camiseta de la Real y ponerse los guantes apenas horas después de fichar y sin conocer de nada a la mayoría de tus compañeros, fue lo suficientemente simbólico de lo que más tarde ha venido demostrando el arquero mallorquín: compromiso y profesionalidad. Que sí, que es lo que se espera de un profesional de ese nivel, de acuerdo, pero se pueden llenar páginas con nombres de quienes no han estado a la altura.
Como decía, estamos hablando de un profesional y se debe a quien le contrat, pero es innegable la ayuda que nos prestó (llamarlo favor sería demasiado para los más puristas, yo podría definirlo incluso así) y el agradecimiento a su persona debe ser digno de mención y recuerdo. A partir de ahí, y cuando el portero al que vino a sustituir se recuperó, el orden de las cosas volvió a su posición original y LaLiga llegó a su fin. Por diferentes motivos (algunos de ellos nunca se terminarán de conocer del todo) el que había comenzado de titular la temporada salió cedido a otro club y la Real incorporó a un joven guardameta cuyo fichaje ya tenía cerrado desde hacía casi un año. Y a partir de aquí, malabares.
Nada se ha dicho en público desde la dirección deportiva sobre este asunto, pero hay varios axiomas que se han gestado como verdades incontestables que se han terminado de imponer claramente por una decisión más estratégica que deportiva, al menos en lo que la inmediatez requiere. Tengo la sensación pasadas estas catorce jornadas que las bajas en defensa con las que se presentó la Real en Valencia en la primera jornada fueron el inicio de estos malabares. Haber puesto a Remiro de titular con aquella defensa tan joven e inexperimentada habría sido exponerlo demasiado. Moyá asumió con veteranía el rol que le tocaba jugar, cumplió y ante la falta del cobijo que te infiere jugar en tu casa, en tu campo, siguió siendo la opción más segura para la portería para las diferentes salidas que se avecinaban. Con el equipo en racha, jugando bien, ganando partidos y la atmósfera protectora del nuevo Reale Arena, a Remiro le cayó la titularidad, así, sin más. No dudo de sus facultades ni de su potencial, pero alcanzó la titularidad por ser la apuesta y no por ser el mejor. Hasta el momento ha jugado los mismos partidos que Moyá y creo que es unánime la sensación de que despierta ciertas dudas. Tiene un gran físico, un gran golpeo de balón los pies, pero ha mostrado debilidades de colocación y concentración.
Poco se puede decir de Moyá como profesional que no se haya dicho ya o que no se sepa. Hablando claro, es un chollo para la Real tener un portero de este nivel, que da ejemplo de valores, integración, convivencia y educación, además de no decir una palabra más alta que otra a pesar de su situación. No sólo eso, sino que es el mejor compañero que podía tener Remiro, como portero del que aprender y como persona que asume con profesionalidad las decisiones tomadas de aquella manera. Decía que Miguel Ángel es un chollo para la Real, estoy convencido, a pesar de que no veo bueno del todo que alguien sea un chollo para otro, pues a partir de ese momento me parece que la balanza se desequilibra y empieza a perjudicar a una de las partes.
Detrás de ese bigote solidario hay un portero que quiere jugar, que se ha visto relegado al banquillo sin haber hecho deméritos para ello y que además es objeto de toda clase de halagos de prensa y afición. Halagos que agradecerá pero que si cabe le cortocircuitarán más aún su contrariedad. Detrás de ese rostro amable hay un portero que quiere jugar y que aunque admite que no le disgusta ese rol de hermano mayor, está sufriendo sentándose en el banquillo cada jornada y empieza a estar quemado, de eso estoy seguro. El Club verá cómo gestiona el asunto, de momento creo que no está acertando y o mucho me equivoco, o más pronto que tarde nos lamentaremos. Dicen que los porteros estamos locos, puede ser, pero no hagamos el loco con la portería.