Era el primer partido de la Real Sociedad tras el parón de LaLiga Santander por la pandemia del coronavirus, y también el primero que jugaba sin sus aficionados en el Reale Arena. Sí lo hizo contra la SD Eibar, pero aquel encuentro tuvo lugar en Ipurua. La última vez que había competido de forma oficial en su 'casa' de Donostia fue el 28 de febrero, en un choque que acabó 1-0 contra el Real Valladolid.
Quince semanas, 106 días, casi tres meses y medio. Ese es el tiempo que ha pasado desde que el 'Reale' no acogía fútbol. Los jugadores de la Real estuvieron arropados por una lona con la trainera txuri urdin capitaneada por Imanol y obra de Marrazketabar, una foto en la 'Grada Aitor Zabaleta' de los aficionados con las bufandas en alto y otros dibujos en el otro fondo que representaban a diferentes sectores como el sanitario o servicios, o a familias como padres y madres o abuelos.
Los sonidos del Reale Arena permitían escuchar las órdenes de Imanol Alguacil desde el banquillo, los ánimos de los suplentes desde las gradas, las quejas a una decisión arbitral o los cánticos de la megafonía para celebrar el gol de Willian José. Los 'nervios' de Jagoba Arrasate. Las voces de los suplentes. También sonó el himno, el 'Txuri Urdin' cuando el equipo blanquiazul salió del túnel de vestuarios rumbo al césped, pero faltaba la 'música' de los aficionados. Sus cánticos, sus risas, sus gritos, sus celebraciones...
En las inmediaciones del campo hubo quienes quisieron acercarse a recibir al autobús de la Real. En los bares de los aledaños sin embargo se echaba de menos el calor y el color de los aficionados al fútbol.
La Real salió primero del túnel de vestuarios. Después lo hizo Osasuna. No hubo saludos o apretones de manos. Era otro fútbol. Y ante la ausencia de sus seguidores los de txuri urdin se emplearon duro para recordarles con una victoria que costó mucho trabajo conseguir. Por ellos, por un objetivo. La Champions, más cerca.