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Benditos locos de la portería

Moyá y Remiro se abrazan tras el partido.
Ion Urrestarazu

No es fácil ser portero. No es fácil ser portero titular, ni tampoco es fácil ser portero suplente. Se mire desde donde se mire, la posición de portero entraña unas circunstancias que son difíciles en general, y que resultan muy complicadas en algunos casos y momentos concretos.

Si eres un portero de apenas veinticuatro años que no ha debutado en Primera división y viene a ficharte un equipo de primer nivel con la idea ya extendida popularmente de que tienes que ser no sólo el futuro sino el presente fiable y seguro que dé estabilidad a la portería de ese club…lo mínimo que te puede recorrer por el cuerpo es una fuerte sensación de vértigo.

Por otro lado, para un portero veterano y experimentado, tiene que ser complejo sobrellevar una situación en la que teóricamente eres el llamado a contribuir con ese punto de veteranía a que la joven promesa crezca y se asiente, a cambio claro de, en principio, pasar al banquillo y ser la segunda opción. Ese rol requiere de una mezcla tanto de aptitudes como de actitudes, muy difíciles de aunar en una sola persona, y sin embargo, la Real tiene la gran suerte de contar en sus filas con alguien así.

Dicho todo esto, metes los dos contextos, las dos personas con todas y cada una de las circunstancias alrededor de cada uno de ellos, sus miedos, sus preocupaciones, su esfuerzo, su ilusión, sus ganas de ayudar, su forma de ser…en una coctelera, se agita bien y lo que sale es una situación excepcional en la gran mayoría de equipos y una fotografía de la portería actual de la Real que hacía años que no se daba: dos porteros que se dan competencia el uno a otro, dos porteros que crecen el uno gracias al otro y viceversa, dos porteros que semana tras semana dan ejemplo, tanto en Zubieta entrenando como en cualquier campo jugando, de lo que es el compañerismo. Pocas camisetas se ven de nuestros porteros entre la afición para el ejemplo que dan a los más jóvenes, sobre todo, de cómo afrontar el deporte y la competición.

Hablaba antes de lo que se metía en la coctelera, pero tan importante como los ingredientes es el meneo que se le da, cómo, de qué manera y durante cuanto tiempo. Si te pasas de frenada o si te quedas corto seguramente el resultado no se el mejor. Sin embargo, la Real cuenta con su maestro coctelero particular, Luis Llopis, que no necesita presentación pues su currículum le define como excepcional profesional y lo que dicen de él quienes lo conocen y tratan o han tratado con él, le define como un gran tipo, lo que viene siendo una muy buena persona.

Así con todo, y en la soledad que se le atribuye siempre a la figura del portero, en la Real cada jornada se tiran al suelo, despejan de puños y sacan de puerta tres porteros a la vez, y eso se nota. Es unánime entre la parroquia txuri urdin el buen ambiente y la salud de la portería realista. Los habrá que tengan su favorito, pero incluso esos aprecian y valoran al otro. Como decía antes, hacía tiempo que la potería de la Real no gozaba de tan buena salud, y ojalá vengas más partidos con cero goles encajados como estas dos últimas jornadas porque será señal de que tendremos muchas opciones de seguir sumando de tres en tres, como nuestros tres benditos locos de la portería.

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