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ESO que no se ve

Guevara y Oyarzabal, felices tras ganar la Copa del Rey (Foto: Kiko Hurtado).
Ion Urrestarazu

Se acabó la temporada, se acabaron los partidos, los entrenamientos, las clasificaciones, y esa emoción mientras esperas la hora del partido, cuando te sientas delante del televisor, cundo el árbitro pita el final y eres campeón de Copa o has logrado el quinto puesto o has logrado un ascenso histórico a Segunda División. Sin embargo, aunque todo eso ha terminado y queda latente en nuestra memoria más reciente, otras cosas que no se ven siguen hacia adelante, tal y como han seguido su camino todo este tiempo atrás, sólo que no las veíamos en las portadas, en las tablas clasificatorias, en los rankings de goleadores, en los videoresúmenes, ni en las crónicas de los partidos.

Siempre he dicho y defendido, y siempre diré y defenderé que el mejor patrimonio de la Real Sociedad es su afición, una afición apasionada que no entiende de fronteras ni de ningún otro tipo de condición. Y es por ello que siempre he reclamado que la Real, como Club, como entidad, hiciera todo lo necesario y/o todo aquello que estuviera en su mano para estar a la altura de su afición. Y no me refiero sólo al área deportiva, sino a esa otra cara enfocada y dirigida a cuidar al socio, al seguidor, al simpatizante…e incluso al necesitado.

Los jugadores de la Real Sociedad celebran uno de los goles al Pucela (Foto: LaLiga).

Todos hemos visto los éxitos deportivos que hemos logrado hace nada y los buenos momentos vividos los dos últimos años. Yo además, por suerte o por desgracia, después entenderéis por qué lo digo, he vivido otro momento, uno más, en el que esa parte de la Real Sociedad que no sale en ninguna portada ha vuelto a demostrar su grandeza y su categoría.

Por desgracia, hace unos días recibí la llamada de un amigo de Sevilla en relación a un niño que estaba aquí en el hospital ingresado tratándose de una enfermad. Me transmitió la afición por el fútbol de este niño y entre otros, su simpatía por la Real Sociedad y su capitán Mikel Oyarzabal, indicándome que si la Real pudiera enviarle algún detalle, seguro que la enfermedad sería menos enfermedad y supondría un chute de energía para nuestro pequeño protagonista.

Por suerte, de pronto me vi partícipe de poder poner un granito de arena en esa montaña de felicidad que sería la sorpresa en caso de que llegara a buen puerto. Puse lo que os acabo de comentar en conocimiento de la Real y en un abrir y cerrar de ojos recibí respuesta y en lo que tardé en informarle a mi amigo del resultado de las gestiones ya estaba volando un bonito regalo txuri urdin con destino a la felicidad de un niño.

Mikel Oyarzabal celebra un gol con David Silva (Foto: EFE).

Hemos vivido momentos muy bonitos en toda la historia de la Real, este año si cabe, incluso hemos tenido 'sobredosis' de vídeos especiales conmemorativos de nuestra primera liga en Gijón, después el in side de la final de Copa, y tenemos motivos de sobra para sentirnos orgullosos de nuestro equipo. Si lo que hemos visto es excepcional y casi maravilloso, más aún lo es ESO que no se ve. Ese querer ayudar, ese querer aportar, esa solidaridad, esa bondad. Y todo bajo una admirable discreción que de esta manera light he roto yo contando esta pequeña historia. Necesitaba contarlo, esa es la verdad.

Eskerik asko Real por todo eso que no se ve, porque como se dice en 'El Principito', y nunca mejor dicho, lo esencial es invisible a los ojos.

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