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Girona FC
1-0
Real Valladolid

Un Pucela sin alma decepciona en Montilivi

Chus Rodríguez

El Real Valladolid volvió a las andadas en Montilivi, completando un partido pobre, tímido y con esa indolencia que acabó con Garitano en la calle y con el equipo coqueteando con los puestos de descenso. Cuando había síntomas de recuperación y los números permitían avistar a los de arriba más cerca que nunca, se da un paso atrás de considerables dimensiones.

 
Cierto es que el Pucela se sobrepuso a dos circunstancias: las molestias de Óscar y la gripe de Rodri. El salmantino se probó en el calentamiento, en el que también estuvo Timor, y finalmente decidió salir de inicio. Rodri aguardó en el banquillo, penalizado por las décimas de fiebre que le impidieron entrenarse el sábado. Diego Rubio fue la alternativa. El partido comenzó perezoso en fútbol, pero rítmico por el empuje inicial del Girona, deseoso de desoxidarse tras el parón competitivo y algo más que retales de la temporada anterior, cuando rozaron el ascenso.

Amago de meterse en el partido

El Pucela se entonó allá por el minuto 10, agradecido por una absurda falta sobre Diego Rubio, premiado por su movilidad, y botada por Alejandro Alfaro sin mayores consecuencias. De inmediato, la primera aparición de Juan Villar, que avisó en un buen control de espaldas pero de retardada definición. El Girona respondió volcándose sobre Kepa. Óscar se despistó y regaló un balón a Mata que acabó en el palo. La quietud de los de Portugal, lejos de la versión con la que cerraron 2015, implicaba riesgos. El mechero no tenía chispa. Otra falta sobre Rubio, también alejada de Becerra, dio otra oportunidad a balón parado. Y otra vez se desaprovechó.

Otra amarilla clave

Sin pasión, pero con control, el colegiado hipotecó a Marcelo Silva con una amarilla ahorrable pese a la contundencia del rionegrense, fichado de forma equivocada por el estamento arbitral, que se debe saber su número de pasaporte de memoria. Poco después, Jairo probaba desde lejos a Kepa. La primera la rechazaba la defensa, la segunda asustaba a Kepa, obligado a enviar el esférico a córner para evitar males mayores. El siguiente en intentarlo sería Eloy, también sin éxito. Preocupante, porque el Real Valladolid se dedicaba a sostener el envite, con una parsimonia y conformismo impropios del discurso de Portugal. Llegó el descanso, no sin antes permitir a Mata acomodarse y disparar al lateral de la portería vallisoletana y a Coris una cabalgada que le vació físicamente antes de pisar zona de peligro. El Real Valladolid no ameritaba más que un empate. Y el reparto de puntos ya era un acto de generosidad. Ni un tiro a puerta.

No cambia ni la actitud

Si la primera parte no prometía, la segunda salió a deber. Portugal evitó complicaciones retirando a Marcelo Silva y dando entrada a Samuel. En el primer balón colgado del segundo tiempo la defensa hizo aguas, Kepa dudó y Jairo cabeceó solo en el segundo palo consiguiendo adelantar el Girona y castigando la zozobra blanquivioleta, que duraba ya casi una hora despeñando sin perdón los tres puntos en juego.
El equipo se dignó a hacer acto de presencia tras el marcador adverso. Tampoco se mató, no obstante. Óscar estuvo lento tras un buen balón de Diego Rubio y aún así rascó un córner al que el Real Valladolid renunció para que Isaac Becerra sacase de puerta. Época de regalos que no quiso obviar Ruipérez Marín, que echó un cable al Pucela al no señal un penalti de Hermoso sobre Coris. A la vez que Machín hacía su primer cambio, Portugal agotaba los suyos. Timor relevaba a Leao y Guzmán a Alejandro Alfaro.

Opciones de empatar

Llegaría entonces la mejor ocasión pucelana del partido tras una buena combinación que acabó con Juan Villar enviando el esférico al palo. En la siguiente, Diego Rubio obligaba la estirada de Becerra y un buen centro de Timor a balón parado encontraba la cabeza de Samuel, que remataba cerca de los dominios del guardameta del Girona. En una temporada en la que no hay término medio, el Real Valladolid volvió a tirar los últimos minutos, permitiendo al Girona dejar agotar los minutos a la vez que buscaba el segundo y desperdiciando una oportunidad idónea para acercarse a las posiciones cabeceras de la clasificación.

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