Antes de comenzar el duelo, Luis César Sampedro anunciaba que el partido ante el Club Deportivo Tenerife era un paso más en el objetivo de ver evolucionar al equipo. El míster pucelano no daba mucho peso a la derrota (1-2) ante el Fútbol Club Barcelona ni, por supuesto, a la victoria (1-2) ante el Sevilla Atlético. Pese a esos dos primeros partidos, el equipo debe seguir evolucionando e intentar no sacar grandes conclusiones de los dos primeros partidos. Para el entrenador gallego el Real Valladolid tiene dos objetivos. Primero ser "mejor" que el rival y así poder aumentar el listado de puntos. Independientemente de lo ocurrido anteriormente.
Para conseguir ambos objetivos, el Real Valladolid no variaba en exceso su formación inicial. En relación al último partido, el regreso de Míchel Herrero al once titular, en posición de Antonio Cotán dejaba un poso continuista de una formación que sí variaba en un detalle importante. Ibán Salvador y Pablo Hervías variaban su posición. El '24' caía a la izquierda y el vasco, a la derecha. Sampedro quería más profundidad y menos juego interior que el Estadio Viejo Nervión.
El poso de esa primera victoria de la temporada generaba, en su momento, un gran beneficio al equipo. Tras la derrota en el partido inaugural, el Real Valladolid exigía confianza para desprender parte de ese juego que desprendía el equipo en la pasada pretemporada. Con el colchón de los tres primeros puntos, la "cura" de los tres puntos con la que se encaraba este duelo ante el Club Deportivo Tenerife terminaría siendo el empujón para la idea y la propuesta pucelana.
Con una idea ambiciosa del Real Valladolid y el gran objetivo de "ser fuerte en la áreas", como pedía su entrenador antes de iniciar el duelo, el Real Valladolid y el Club Deportivo Tenerife firmaban un primer acto de tú a tú. Reparto de ocasiones e intercambio de dominio con el balón que dejaban en intensa y atractiva la visita del líder de la categoría al Nuevo Estadio José Zorrilla. Toda esa emoción sólo consiguió ser rota por Ibán Salvador sobrepasada la media hora de juego. El catalán superaba a Dani Hernández de la misma forma de la que lo había hecho Jaime Mata minutos atrás pero, en esta ocasión, el debutante López Toca daba validez al gol blanquivioleta,
El segundo tanto del '24' en la presente temporada llegaba tras un ejemplo de qué busca este Real Valladolid. Profundidad lateral, activación del campo en la banda contraria y centro profundo que cruce el área. Así, los locales se adelantaban en un duelo que con el paso de los minutos fue ganando en fuerza vallisoletana e inclinación hacia la meta del exblanquivioleta Dani Hernández.
Si el inicio del duelo parecía ser canario, con un Tyronne muy activo e incisivo en el último cuarto, la evolución del duelo comenzaba a sonreír a los locales. La presencia ofensiva de Antoñito Regal y Nacho Martínez ayudaba a la mejora de un Pucela que se marchaba ovacionado por los poco más de 8.000 espectadores congregados en el feudo pucelano. El juego gustaba, la ilusión se despertaba y todo gracia a un juego profundo, activo y eléctrico que corroboraba el tanto de Ibán Salvador. Sin él, la ovación, posiblemente, hubiera existido pero con mucha menos fuerza.
Si la primera parte se cerraba con un premio del estadio sobre sus jugadores, el segundo acto se iniciaba con la contraprestación del equipo. Iniciar el segundo acto con un gol parecía determinante, hacerlo con un tanto como el que firmaba Míchel Herrero, potenciaría las ilusiones del público además de encarrilar la victoria. La unión entre el '21' y Jaime Mata propiciaba uno de los tantos de la jornada. Tres toques en el área canaria significaban el segundo tanto del duelo en un acción llena de calidad de un equipo que, tras un duro inicio de temporada con esa inesperada derrota, parecía desatarse en este segundo duelo como local.
Dicho tanto no cambiaba en exceso la dinámica del partido. El Real Valladolid seguía teniendo el poder del balón y el dominio del partido pero sin una superioridad total que dejara exento de oportunidades de contragolpe y de acciones a balón parado al Club Deportivo Tenerife. Lo conseguido por el equipo de Pep Lluís Martí en los últimos 18 meses condicionaba la lectura del partido. Nadie terminaba de fiarse del equipo canario, del hasta este duelo, solvente líder de la categoría.
El paso de los minutos no eliminaba la tensión del feudo pucelano. La tendencia pucelana de sufrir en todos sus éxitos, por pequeños que sean, obligaba a no confiarse y pese a dominar territorialmente el partido, el duelo exigía al Pucela a dar frescura en la zona ofensiva. La salidas de Ibán Salvador, Míchel Herrero y Jaime Mata, los hombres más ofensivos, para dar entrada, por ese orden, a Óscar Plano, Toni Villa y Asier Villaibre mantenía la presión blanquivioleta y potenciaba el intento pucelano de terminar el partido en campo rival.
El refresco de esas permutas generaría más opciones de un gol en la meta de Dani Hernández que en la de Jordi Masip. Sin un tercer tanto en el partido, el duelo quedaba marcado por al ruptura de la igualdad de Ibán Salvador y la puntilla de Míchel Herrero al comienzo de la segunda parte. Esos dos chispazos del Real Valladolid inyecta cierta ilusión al entorno, de la misma forma que ofrece confianza al vestuario y al cuerpo técnico. A la tercera ocasión, la completa pretemporada firmada por el Real Valladolid encontraba su reflejo en un partido completo desde el primer partido y no ante cualquier rival. Ante el líder de la categoría.