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El último verdugo regresa a Zorrilla

ElDesmarque

El 18 de mayo de 2014 es la fecha del último partido que disputó el Real Valladolid en Primera División. Fue, precisamente, una batalla a vida o muerte ante el Granada CF, en la última jornada de LaLiga Santander y con dos plazas de descenso aún por adjudicar. Ambos equipos podrían entrar en la criba, o salvarse. A los blanquivioleta sólo les servía la victoria y esperar a resultados favorables de otros campos, mientras que a los nazaríes les salvaría su triunfo e incluso el empate con algunas combinaciones en otros partidos. Pero la guerra se decantó por los andaluces merced a un gol en propia meta de Stefan Mitrovic, que hundió al Pucela y convirtió a la entidad que hoy dirige José Luis Oltra en el último verdugo del conjunto castellano.

 
Bajo las órdenes de Juan Ignacio Martínez, 11 guerreros trataron de obrar el milagro ante el Granada, pero no fue posible: Jaime Jiménez, Antonio Rukavina, Mitrovic, Jesús Rueda, quien ha debutado en Champions League esta semana, Carlos Peña, Álvaro Rubio, Víctor Pérez, Daniel Larsson, Óscar González, Jeffren Suárez y Javi Guerra. La batalla fue feroz, y no era para menos con lo que estaba en juego. La ansiedad fue en aumento debido, en buena medida, al accidente ocurrido en el Estadio de El Sadar de Pamplona que obligó a que la segunda mitad comenzase con media hora de retraso. Un minuto antes de entrar a vestuarios, preciamente, llegó el fatídico autogol de Mitrovic. Minutos de infarto en toda la geografía española pendiente de lo que ocurría en varios estadios.
El ambiente estaba cargado de miedo y de nervios a partes iguales, que explotaron una vez el Granada consiguió el tanto. No sólo no se estaban dando los resultados favorables para el Real Valladolid en otros estadios, sino que encima veían como, delante de su gente, no cumplían de momento con su premisa: ganar. La ansiedad se instauró en las filas blanquivioleta y, con más corazón que fútbol, trataron de obrar el milagro metiendo más pólvora arriba, pero el cuadro granadino defendió de manera colosal y no sólo consiguió la salvación, sino que además se erigió como el último rival del Pucela en Primera División y, por tanto, verdugo de los castellanos, que desde entonces encadenan cuatro temporadas consecutivas en la categoría de plata, la segunda peor de su historia.

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