En su tercera etapa de blanquivioleta y en su sexta temporada en el Real Valladolid no hay duda: Borja Fernández no ha dejado indiferente a nadie. O con él o contra él. En la base y, sobre todo, a su llegada, el gallego marcaba las diferencias. Algunos estaban con él, otros muchos contra él. Nadie estaba entre líneas.
Esos dos mundos existían al comienzo de temporada e, incluso, en la etapa de Luis César Sampedro, pero esa división se neutralizó en las últimas semanas de temporada. Desde la llegada de Sergio González y con la recolocación posicional que vivió el '8', el entorno blanquivioleta fue unánime.
Tras el play off de ascenso, todos estaban con el experimentado centrocampista porque nadie puede dudar ni cuestionar que el ascenso ha sido real por el rendimiento del jugador. Su movimiento posicional y el liderazgo implantado en las semanas más decisivas del año propiciaron que el Pucela pudiera decir alto y claro hoy es de Primera.
Durante las primeras semanas de temporada y casi en toda la etapa de Luis César en Valladolid, Borja fue determinante, pero más sólo en los planes que en el éxito deportivo. Lo fue porque el primer míster del curso confiaba mucho en él, pero no tanto por el rendimiento.
Éste no llegaba por un problema deportivo. El '8' no rendía mucho por las exigencias del sistema de juego. Sergio vio esos problemas, pero en lugar de 'castigar' al jugador, prefirió variar los movimientos del segundo futbolista de campo más utilizado de la temporada. Con esas variaciones, el final de la campaña de Borja fue brutal. Dejó, directamente, sin palabras a todos aquellos que dudaron de él a su llegada.
Decir que el ascenso tiene un porcentaje individual de la firma de Borja Fernández puede parecer exagerado, pero es real. Su rendimiento en las últimas semanas de competición fue capital pero, antes, durante la temporada, fue básico. Tanto para Luis César Sampedro como para Sergio González, el Pucela siempre se ha basado en el gallego y en 10 más.
Con todo, calificar su curso obliga a verlo con un rotundo sobresaliente. Pese a posibles mejoras o regularidades durante la temporada, nadie puede negar que este centrocampista de 37 años ha sido determinante para el exitoso ascenso.