Sergio González ha repetido por activa y por pasiva la importancia de la fuerza defensiva del equipo. Para él es innegociable. Desde ella se busca ofrecer garantías de equipo, y el Real Valladolid las tiene. A nivel grupal e individual. El Pucela, como grupo, responde a las peticiones de su entrenador y lo hace, entre otros motivos, por el buen estado y entendimiento de los jugadores más defensivos.
En el fútbol, hablar de defensa es hacerlo, inicialmente, de los defensores y, sobre todo, de los centrales. Desde su llegada a Valladolid, Sergio ha confiado en parejas concretas de jugadores. Con Kiko Olivas como un fijo, Fernando Calero y, ahora, Mohammed Salisu, se han definido como los centrales de su proyecto.
Si bien el '4' y el de Boecillo tuvieron un rendimiento perfecto en el tiempo en el que jugaron juntos, ahora el entendimiento de Kiko Olivas llega con el central ghanés. Las alineaciones del técnico llegan siempre desde los dos jugadores. El de Antequera y el '24' son fijos y lo son, además de por su rendimiento, por el excelente entendimiento que tienen entre ambos.
En el reparto de tareas, Sergio ha dado con una pareja perfecta. Uno intercepta y otro despeja. Cada uno en su función, ambos son resolutivos y contundentes. No tienen problemas. Es una sensación que siempre ha existido en el Real Valladolid y que confirman las estadísticas.
Tras 22 jornadas ligueras, Mohammed Salisu es el jugador de LaLiga Santander con más despejes. Con un total de 112, el ghanés es el mejor de la competición. Él despeja y Kiko Olivas, intercepta. Cada uno en su rol, ambos son determinantes.
Si bien el ghanés sabe llevar el balón lejos del área de Jordi Masip, Olivas sabe robarlo. Con un total de 38 interceptaciones, el '4' es el cuarto jugador de la competición que mejor registro posee. Entre ambos, y al buen estado defensivo que suele mostrar el equipo, el Real Valladolid consigue tener su meta bien cubierta y haber encajado sólo 24 goles en 22 partidos. Un éxito grupal pero, también, individual.