Es probable que un aficionado zaragocista haya sentido vergüenza de su equipo esta noche en el derbi aragonés. Porque su equipo jamás compitió. Porque sus jugadores fueron andando durante los 90 minutos. O porque su entrenador tiró por la borda todo lo que le había dado éxitos. Derrota sin paliativos ante un Huesca que sí lo mereció y que deja tocado a Natxo por sus deciciones.
Espeso. Así comenzó el Real Zaragoza el derbi en El Alcoraz. Tras unos primeros minutos de tanteo, el Real Zaragoza recuperó el testigo, en cuanto a imagen se refiere, que dejó en La Romareda en la última jornada ante la Cultural Leonesa. El descanso de diez días no le valió para reordenar sus ideas y a eso tampoco ayudó el experimento de Natxo con el once.
El Huesca, por su parte, salió con una marcha más al césped. Ni siquiera la lesión a los cinco minutos de Vadillo, frenó su ímpetu por querer mandar cuanto antes en el marcador. El Zaragoza lo intentó con dos chispazos. Los dos de Borja Iglesias. Y en ambos, el 'Panda', estuvo a punto de marcar. Pero sus remates se fueron desviados y no encontraron portería.
El Huesca, que comenzó demasiado pronto a embotellar al Zaragoza, encontró la recompensa a su esfuerzo al poco del cuarto de hora de juego. Una falta lateral era rematada por Gonzalo Melero y terminaba en el fondo de la portería. Se coja por donde se coja, la jugada esconde serios errores. El primero, por no poner una marca al capitán oscense, que este curso ya ha marcado varios goles así. Además -ese error sí que salta a la vista- Cristian Álvarez salió a destiempo, mientras que Mikel no estuvo contundente.
El gol agitó a los azulgranas y noqueo al Real Zaragoza. Los de Natxo estuvieron desnortados demasiado tiempo. Diez minutos en los que el Huesca olió la sangre y quiso profundizar en la herida blanquilla. Cristian, enmendando errores, salvó dos ocasiones claras, en la segunda Alaín salvó bajo palos. En esa última, además, Alaín despejó casi sobre la línea.
El conjunto aragonés no conectó en ningún tramo del primer acto. Los jugadores de arriba -Borja, Toquero y Buff- apenas conectaron con el centro del campo. Al suizo, de hecho, apenas se le vio tocar balón. Al ariete gallego, ocasiones aparte, tampoco. Toquero tuvo que bajar demasiado a recuperar balones. Pero la presión de los de Rubi era asfixiante y los blanquillos no lograban conectar.
De hecho, fueron Alaín y Benito los que más balón tocaron. Pero sus respectivas bandas eran demasiado largas. Quizá por la idea de Natxo, que parecía que intentaba jugar sin atacantes en los extremos. Los laterales buscaban las incursiones por los costados, pero el Huesca siempre cerró con dos o tres. Por el medio, el trabajo estaba en destruir juego. De crearlo, mejor no hablamos...
Si alguien pensó que en la segunda parte el Real Zaragoza iba a reaccionar, ese alguien se equivocó de cabo a rabo. El conjunto blanquillo salió incluso peor de lo que terminó la primera parte. De hecho, podríamos decir que prácticamente estuvo encerrado en su campo durante casi toda la segunda parte.
Natxo, además, estuvo rotundamente desacertado en los cambios. Si ya planteó mal el partido, los cambios no le hicieron enmendar su error. Más bien lo empeoró un poquito más. Primero quitó a Buff (testimonial en Huesca) para meter a un Vinicius que le cogió el testigo al suizo en todos los sentidos. Prácticamente ni se le vio.
Mientras tanto, a base de acoso y derribo, el Huesca marcaba el segundo en otro desajuste de la zaga blanquilla. Esta vez vino por el lado de Alaín -que saltó antes de que su rival centrase- y Verdasca que no fue a ayudar a Mikel para tapar el disparo de Hernández. Segundo gol y hundimiento total. Fue entonces cuando Natxo tuvo a bien sacar al césped a Febas. A buenas horas... Pero Natxo guardó la guinda para el tercer cambio... Metió a Pombo y sacó a... ¡Borja!
Zapater quiso enmendar la imagen del Zaragoza con un golazo de falta, pero hasta eso le salió mal al Real Zaragoza porque a renglón seguido el 'Cucho' marcaba el tercero de los azulgranas. Era la guinda de una noche horrible para un equipo que en ningún momento salió a competir el derbi.
Entre la imagen de sus jugadores y las decisiones (todas y cada una) de Natxo, el Real Zaragoza regaló un derbi en el que ninguno de sus jugadores llegó a competir. Naufragio total y absoluto en El Alcoraz y muchas -pero muchas- cosas que mejorar para volver a remontar el vuelo.