Es Noticia
Real Zaragoza
2-1
Real Oviedo

Triunfo de prestigio del Zaragoza, que huele a aspirante

Jesús López

Prestigioso y sufrido triunfo del Real Zaragoza (2-1) ante el Oviedo delante de su público, que hizo la ola y ya ve como su equipo empieza a surfear entre los aspirantes de la categoría. Natxo González repitió alineación. Sin sorpresas, mismo dibujo y jugadores culpables de la buena dinámica que maneja el equipo en la segunda vuelta. La Romareda también presentaba un buen aspecto, acorde con el día soleado y 90 minutos de fútbol vitales que había por delante. 

Dos pesos pesados de la Liga se enfrentaban. El equipo local, con mucho que ganar, salió con la iniciativa aunque el Oviedo tampoco escondía sus armas. Tranquilidad durante los primeros compases de partido, donde ninguno de los dos equipos conseguía acercarse con determinación. Fue Borja Iglesias el que introdujo el primer balón con cierto veneno en el área rival, pero atajó sin problemas Alfonso. Replicó David Rocha con un disparo desde fuera que no cogió puerta. Tampoco lo hizo, por poco, un cabezazo de Zapater tras una falta botada por Eguaras. 
La sala de máquinas zaragocista empezaba a funcionar. Eguaras y Febas andaban consonantes. En una de sus carburaciones, pudo llegar el primero. Borja Iglesias volvió a habilitar a Pombo en el área, pero de nuevo la sacó el portero ovetense. El balón saltó por los aires y cayó en el brazo de Forlín, que no fue suficiente para que Vicandi Garrido pitase penalti. Guti terminó la jugada al rechace, sin éxito. 
El mediano de los Ñíguez, tras un error en la salida de balón blanquilla, hizo estirarse a Cristian por primera vez. Jugada que no hizo mella en un Zaragoza, que continuaba muy ordenado. Partido de ida y vuelta, de poder a poder. Sin un peligro claro, ambos trataban de hacer daño, pero por dentro se antojaba difícil. El Oviedo se dio cuenta y en su primera apertura puso contra las cuerdas a los maños, que no sufrieron el golpe. Es más, cerca estuvieron de darlo a través de Febas y Borja, que pisaron área asturiana justo antes del descanso. 
 
Tras la reanudación, el Zaragoza metió una marchita más y estuvo cerca de sorprender. Eguaras filtró un pase a Borja, que se deshizo de un par de contrarios en el área y dejó el balón atrás. No llegó Pombo y por poco se lo metió el Oviedo en propia. Pero fue Cristian el que intervino poco después, desbaratando un testarazo de su tocayo rival. El partido estaba para matar al que tuviera el error más grosero. Los de Natxo casi lo protagonizan en dos ocasiones.

Recompensa y autoridad blanquilla

El Zaragoza conjugaba sus dos salidas. Febas y el balón el largo, pero la muralla visitante estaba dura. En estas, Pombo, con una gran jugada personal, la rompió. Sin embargo, Alfonso volvió a sacar las piernas para evitar el 1-0. El zaragozano ya lo había intentado poco antes con un taconazo a la salida de un córner. El primer cambio sacó a Febas del campo y metió a Buff. Cromo por cromo en la punta del rombo. Los maños continuaban poniendo en aprietos al Oviedo hasta que llegó la recompensa.
Borja Iglesias sigue de dulce. Doble transición: conexión Eguaras-Buff. El suizo genializó de tacón en favor del ariete gallego, que maniobró a la perfección y definió con precisión batiendo, por fin, a Alfonso. Se ponía de cara el partido para los aragoneses, que no se relajaron. Al revés, hicieron el segundo tras la insistencia de Pombo en el área. Acudió toda defensa ovetense a defender al canterano, y entre ellos se metieron el balón en propia. 2-0. Merecido, por otro lado. Natxo sustituyó a Zapater y La Romareda se vino abajo aplaudiendo al capitán.
Anquela arriesgaba con los cambios. El Zaragoza, mientras La Romareda hacía la ola, esperaba matar a la contra. Javi Ros, que había sustituido a Zapater, se retiraba lesionado. Mala suerte la del mediocentro, en cuyo lugar entró Mikel González. Natxo se preparaba para los minutos finales con tres centrales, algo que no iba a evitar el sufrimiento. El Oviedo, experto en la segunda jugada, puso el 1-2 a la salida de un córner. Carlos Hernandez reventó el balón para la agonía del respetable. Tres minutos de añadido, tres minutos de sufrimiento, que tuvieron final feliz, y tres victorias seguidas.
 
 
 

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