El Real Zaragoza ya es el mejor equipo de la segunda vuelta en su categoría. 16 puntos de 21 posibles. Cinco victorias, un empate y una derrota. Los de Natxo González han conseguido en siete jornadas lo que en la primera vuelta hicieron en 14 encuentros. Esta metamorfosis tiene una explicación, que aúna paciencia, madurez y resultados. Un batido de virtudes a largo plazo al que el conjunto aragonés, por fin, ha llegado.
"Estoy seguro de que nos pondremos a tiro del playoff", "esto va a terminar fantásticamente bien"... Dos frases recopiladas de los micrófonos en sala de prensa, pronunciadas cuando nadie creía en nada, y que poco a poco empiezan a cobrar sentido. Las firma Natxo González. El mismo que hoy se muestra serio en las victorias, signo de tener los pies en el suelo. Porque el Zaragoza ni antes era tan malo, ni ahora puede que sea el mejor. Aunque las estadísticas así lo aseguren.
El equipo blanquillo, con su victoria ante el Oviedo y la derrota del Huesca en Vallecas, se coloca líder en solitario de la segunda vuelta con 16 puntos. Le siguen los oscenses, el Rayo y el Granada con 15 puntos cosechados. Situación de privilegio virtual que no se corresponde con la realidad, ya que los maños son "todavía" undécimos. Un todavía engañoso debido a la corta distancia que se escapa la zona de promoción (cuatro puntos). Y unas comillas prudentes después del fango cruzado.
En todo caso, lo logrado hasta el momento ha costado mucho. Nada más y nada menos que "seis meses". Bien dicho por Oliver Buff nada más acabar el encuentro. Cuestión de madurez. El partido frente al Oviedo es símbolo del proceso. Ratos de crudeza, minutos de buen fútbol, goles, fallos y resultado. Una victoria trabajada, como toda la temporada. Un triunfo que marca el camino a seguir. Trazo del que el Zaragoza tendrá que evitar desviarse para no perder la ilusión. Por el momento: una sonrisa que va de La Romareda a Los Pajaritos.