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Un seguro de tres puntos ante un sprint final diabólico

M.G.

Al igual que pasó en 2015 y en 2016, el Real Zaragoza encara las últimas cinco jornadas de Liga regular en puestos de play off. Un lugar perfecto donde estar a estas alturas del año, pero que exige sudor si se desea mantenerlo. Ahora mismo le saca tres puntos al Real Oviedo, su más inmediato perseguidor, a falta de quince por disputarse. Un colchón que se agradece, pero que puede ser bien efímero: una derrota podría significar perderlo.

El aficionado zaragocista ya se sabe de memoria los cinco asaltos en los que deberá mantener esta ventaja: Sporting de Gijón, Cádiz, Albacete y Real Valladolid (ambos en casa) y Barcelona B. Es mucho más fácil pelear desde lo alto, ya sea un muro, una muralla, una escalera... y esa es una ventaja, unida a los tres partidos en La Romareda, que el conjunto aragonés quiere aprovechar. En los dos ejemplos del pasado hubo un sprint final en el que se llegó con la lengua fuera pero feliz a la meta (2015); y otro que acabó con una dramática caída y lágrimas (2016).
En 2015, el Zaragoza era sexto con 56 puntos, muy lejos del quinto, Las Palmas (que tenía 63 puntos). En esa circunstancia, la Ponferradina era el equipo que le acechaba, con 53 y el goalverage perdido. En los últimos cinco partidos, el equipo aragonés sólo ganó un partido (en la antepenúltima jornada ante el Valladolid por 1-3). Los otros resultados fueron un empate en Girona, dos derrotas en La Romareda ante el Mirandés y Las Palmas y un dramático encuentro final en Leganés con la obligación de ganar si también lo hacía la Ponfe. El Zaragoza falló en el campo (no pasó del empate a dos) pero el júbilo llegó con el 1-1 final de la Ponferradina en su campo ante un Alcorcón que no se jugaba nada... 
En 2016, todo lo que podía salir mal salió... peor. El Real Zaragoza era cuarto, con cuatro puntos de ventaja sobre el Elche y el Girona, que era séptimo y octavo. Tan solo había que asegurar unos play off que muchos daban por hecho. En la primera salida, en un Los Pajaritos repleto de zaragocistas, se dejó ir un 0-2. Primero por culpa de una expulsión de Albert Dorca en el minuto 37, y luego por un gol de Íñigo Pérez en el 85 que suponía el empate a dos. En el siguiente partido se perdió en casa contra el Nàstic por culpa de un penalti que no fue y otra pena máxima errada por Manu Lanzarote en el último minuto. 
Siguiente parada, El Alcoraz. Dongou adelantó a los blanquillos pero Samu Sáiz empató para los oscenses. Quedaban dos jornadas de Liga y el Zaragoza necesitaba agarrar cuatro puntos. Ante el Real Oviedo que también se jugaba la promoción se consiguió la victoria por uno a cero con un gol de Alberto Guitián. El zaragocismo respiraba aliviado, pues parecía que por fin llegaba algo de suerte y sólo había que ir a por el empate ante un Llagostera descendido... y el resultado fue el ya conocido por todos. Una dramática noche que acabó con goleada y con Lluís Carreras en la calle.
De cara a la diabólica recta final que le espera al Zaragoza este año (se la juega ante tres rivales directos), en el seno del club blanquillo se sabe que no se tendrá tanta suerte como en 2015... pero se espera tener un poco más de acierto que en aquel fatídico 2016. En las manos (y los pies) de Zapater, Borja Iglesias, Lasure, Eguaras o  Cristian Álvarez está.

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