Eguaras llegó el año pasado del descendido Mirandés (Foto: Dani Marzo).
Manu González
Si en la antigüedad la alquimia era la doctrina mediante la que se buscaba con ahínco el poder convertir plomo en oro, el Real Zaragoza tiene en Lalo Arantegui su propio alquimista. Sólo así se explica que, viendo las altas del club y su equipo de procedencia, el conjunto aragonés haya quedado tercero.
Y es que es un gran trabajo lo que lleva haciendo Lalo desde que llegó a la institución zaragozana. Picar, con sus pocos medios, en cualquier cantera, en los terrenos más pobres y anodinos para el gran público con el fin de encontrar oro. El director deportivo sería capaz de bajar al infierno y sacar algo bueno. James Igbekeme, Pep Biel y Jeison Medina son el puro ejemplo de esta forma de trabajar. Estas tres altas del equipo vienen de las profundidades, del infierno.
Pep Biel, tras descender a Tercera división con el Deportivo Aragón; James Igbekeme, de quedar entre los últimos de la Segunda portuguesa; y Jeison Medina, pese a no haber acabado la temporada, de un equipo en puestos de descenso a la Segunda colombiana.
Incorporaciones (en el caso de Pep Biel, promoción) que generarían escepticismo e incluso desconfianza si no se tuviera aún a flor de piel la alegría de los aciertos del año pasado. Como de los jugadores que subieron del filial de Tercera, el descendido a Segunda B Íñigo Eguaras o Cristian Álvarez, el portero en paro que muchos miraron casi con incredulidad.
El alquimista Lalo aún tiene mucho oro todavía por pulir y varios trucos que mostrará un año más.