Eguaras, el engranaje perfecto

El comienzo de la pasada temporada fue un periodo lleno de incógnitas para el Real Zaragoza. Lalo Arantegui presentó una revolución estival en la que el 75% de la plantilla sufrió cambios. Llegaron así jugadores en su mayoría desconocidos para el gran público, que confiaba en el criterio del director deportivo para armar una plantilla competitiva que luchara por el ascenso.

Uno de ellos fue Íñigo Eguaras, mediocentro procedente de un Mirandés recién ddescendido. Su fichaje para comandar el centro del campo zaragocista levantaba dudas entre la afición, que consideraba que el navarro no podía ser el mediocentro titular de un equipo que aspirara al ascenso. El tiempo, como todo en la vida, acabó poniendo a cada uno en su sitio. A Eguaras, en la titularidad; y al equipo, en posiciones de play-off.

El de Ansoáin se fue ganando al público de La Romareda gracias a su salida de balón y su inteligencia táctica. El '16' zaragocista fue el engranje perfecto para conectar la defensa y el ataque. Un filtro por donde pasaban todos los balones antes de iniciar la ofensiva sobre el campo contrario. Por si fueran pocos argumentos éstos para su titularidad, la ausencia de un recambio natural hizo que Eguaras se convirtiera en un jugador clave.

En total, el ex del Mirandés superó los 3.300 minutos con la elástica zaragocista repartidos en 38 partidos ligueros, dos coperos y dos de promoción; siendo junto a Cristian y Borja parte de la columan vertebral del equipo. Así, Eguarás repartió seis asistencias e inició, como mínimo, otras tantas jugadas que acabaron con el balón en la red. Su sorprendente rendimiento le hizo ser uno de los jugadores más vigilados por los rivales de la Segunda División, conscientes de que buena parte del juego aragonés pasaba por las botas del navarro.

Su permanencia en la plantilla (tiene contrato hasta 2020) será vital para mantener un grupo y un estilo de juego que ha dado grandes resultados en su primer año.