El Real Zaragoza ha vuelto al trabajo tras la victoria por 0-4 en el Nuevo Carlos Tartiere. Lo ha hecho el equipo aragonés con la vista puesta en su siguiente partido. Una eliminatoria de Copa del Rey que aguarda a la vuelta de la esquina, el próximo miércoles en La Romareda frente al Deportivo de la Coruña.
Un regreso a los entrenamientos que ha contado con dos novedades destacables. Por una parte el equipo ha cambiado de balón para adecuarse al esférico con el que se disputa la competición copera. Por otra, los blanquillos han cambiado de escenario a la hora de trabajar, desplazándose hasta el campo habitual en el que disputa sus partidos el Deportivo Aragón.
En primer lugar, el cambio de balón supone, además, el cambio de marca comercial. Una variación que ha levantado la curiosidad de los jugadores, muchos de los cuales han querido sentir de primera mano el tacto del esférico, que han probado tanto con las manos como con los pies. Muchas caras de cierta extrañeza y poco satisfacción. También en el entrenador, un Imanol Idiakez que no ha podido resistir y también ha probado el tacto del nuevo balón.
El otro cambio ha sido el de campo y por obligación. Como ya sucediera la temporada pasada, el campo principal de la Ciudad Deportiva, en el que se ejercita asiduamente la primera plantilla, ha vuelto a estropearse. El césped ha sufrido por el uso y las condiciones climáticas de las últimas semanas hasta el punto de encontrarse impracticable para el entrenamiento del equipo. Una situación que durante semanas ya se vivió la pasada campaña, en la que el equipo se vio obligado a cambiar de ubicación.
Dos situaciones que han condicionado el comienzo de la semana para un equipo que tratará de mostrar nuevamente su mejor versión, esta vez en la Copa del Rey.