Comenzaban a apagarse las luces de La Romareda. El público tomaba dirección a sus casas y la mayor parte de la plantilla enfilaba hacia las duchas. Todos menos uno. Simone Grippo se mantenía durante algunos minutos más que el resto de sus compañeros sobre el renovado césped del estadio municipal de La Romareda.
Acompañado por el preparador físico del club, Néstor Orozco, el central suizo alargaba una jornada en la que no había tenido minutos durante el partido frente a Osasuna. Pese a calentar en los últimos minutos del encuentro y con un cambio todavía por hacer, Grippo, como Pep Biel o Medina, quedó con el deseo de ayudar al equipo a doblegar al conjunto navarro.
Así pues, una vez concluido el partido, el jugador siguió las instrucciones de Orozco. Series de carrera de un lado al otro del campo, alentado con sorna por los aficionados rojillos, que se mantenían a la espera de salir del estadio. Cerca de veinte minutos de ejercicios hasta que Grippo tomara el camino del vestuario de forma definitiva.
Un cuidado especial para un jugador cuyo estado de forma queda lejos de ser el ideal. Más aún si tenemos en consideración las características del suizo, un defensa de gran nivel siempre y cuando se encuentre en estado óptimo. Por eso se trata de trabajar para volver a encontrar la mejor versión de Grippo, un jugador del agrado de Idiakez, que lo mantuvo en el once durante las primeras semanas de competición pero al que ha dejado en el banquillo en las dos últimas jornadas.
Una puesta a punto para un jugador importante al que la pasada campaña las lesiones le impidieron mostrar su mejor versión durante demasiado tiempo y que en esta temporada quiere ser el referente sobre el césped que ya es, por galones y experiencia, dentro del vestuario.
Creo que con Álex Muñoz son los mejores centrales