El encuentro del pasado fin de semana encerraba una buena noticia que pasó desapercibida tras la derrota encajada ante el Málaga. De soslayo se pasó por un dato importante, la vuelta de Íñigo Eguaras al estadio de La Romareda después de prácticamente un mes y medio sin vestirse de corto en campo propio.
El futbolista navarro había vuelto al equipo una semana antes, en El Molinón, para formar parte del equipo que consiguió la victoria frente al Sporting, pero había que remontarse hasta el 30 de noviembre para encontrar su última actuación en el feudo zaragocista, en la derrota por la mínima frente al Cádiz.
No está siendo una temporada fácil para Eguaras. El centrocampista comenzó la temporada mermado por una pubalgia que arrastraba de la campaña anterior y que no le permitió realizar pretemporada, retrasando su debut hasta la jornada 7, en Albacete. Desde entonces y pese a que ha ido mejorando en el aspecto físico, diversas molestias le han impedido alcanzar un nivel óptimo de juego, similar al del curso anterior.
Una vez pasado el parón navideño, se mantiene la esperanza de que Eguaras vuelva a ser el jugador importante que fue con Natxo González. Lo que no le faltará será la confianza del entrenador, que encuentra en el futbolista navarro la piedra angular del juego del equipo, el hombre que debe canalizar la posesión del esférico, desde su salida en fase defensiva hasta contactar con los hombres de ataque.
Labor para la que Eguaras está plenamente preparado, pero para la que faltan todavía por pulir aquellos aspectos que Víctor Fernández desea consolidar. Mientras tanto, el técnico aragonés trata de mimar a su jugador, con el que mantiene habituales charlas y apartes en los que ambos comparten sensaciones propias y del equipo de cara a seguir mejorando de cara al futuro inmediato.