El balón parado, un lastre insoportable
El Real Zaragoza navega en la parte media-baja de la clasificación en LaLiga 1|2|3 después de la última derrota en el estadio de La Romareda frente al Almería. Un encuentro que estuvo marcado por los errores blanquillos, que propiciaron la victoria del conjunto andaluz merced a dos tantos que llegaron de la misma forma: a balón parado.
Una situación que se repite en el club aragonés durante toda la campaña y que, curiosamente, le costó el puesto a los dos entrenadores destituidos, Imanol Idiakez y Lucas Alcaraz. Al primero porque una falta en los últimos instantes del partido ante el Tenerife supuso el empate del equipo canario; al segundo, porque el Dépor de Natxo González exprimió al máximo el laboratorio y goleó al Real Zaragoza con dos goles de estrategia de falta y uno de penalti.
Son apenas unos ejemplos en una lista de tantos recibidos a balón parado que se amplía hasta los 18 goles, de los cuales únicamente cuatro han llegado desde el punto de penalti. Han sido especialmente recurrentes los problemas tanto desde el córner como en balones laterales, de los que la defensa blanquilla se ha mostrado incapaz de defender correctamente.
Un dato que contrasta con el otro lado de la moneda, esto es, los goles que ha anotado el Real Zaragoza a balón parado. Nueve tantos, tres de ellos de penalti anotados por Javi Ros y otro, de falta, por Pep Biel. El resto, aportaciones desde el centro de la defensa –Verdasca, Álex Muñoz y Guitián– y el taconazo de Álvaro Vázquez.
Cifras que contrastan con las de la temporada anterior, en la que Natxo González hizo valer sus métodos en la estrategia, tanto defensivamente como especialmente en la ofensiva. Algo a lo que se le debe añadir la ausencia de algunos de los especialistas. Caso del lesionado Grippo, auténtico dueño de ambas áreas y que la pasada temporada anotó tres goles, los mismos que Zapater de falta, ofreciendo auténticas lecciones o los seis penaltis anotados por Borja Iglesias.
Apenas una explicación de las múltiples que deberán analizar Víctor Fernández y sus colaboradores para tratar de minimizar daños de aquí al final de temporada, una vez que, está visto, el balón parado es todo un quebradero de cabeza para el Real Zaragoza.