La redención de Alain Oyarzun

Poco tiene que ver la presente temporada con la anterior del Real Zaragoza. Hace apenas un año, el equipo aragonés soñaba con el ascenso de categoría tras alcanzar la promoción. Una temporada irregular que acabó con el conjunto blanquillo tercero en la clasificación. Pese a todo, siempre hay lugar para las sombras, un espacio que quedó, entre otros para Alain Oyarzun.

El atacante vasco llegó a la capital del Ebro procedente del Mirandés. Criado en las categorías inferiores de la Real Sociedad, con apenas 22 años suponía una apuesta por un perfil de futbolista casi en desuso, un extremo puro con enormes posibilidades. Debía ser, además, la confirmación de un futbolista que había pasado por una grave lesión de rodilla. Sin embargo, nunca acabó de convencer al entrenador, Natxo González, que le buscó un lugar en el once retrasando su posición, exponiendo sus carencias defensivas.

Finalmente, la apuesta por un sistema que incluía el rombo en el centro del campo, dejó a Oyarzun sin sitio. Una temporada de aprendizaje pero de escaso juego, que acabó por abrirle la puerta de salida del Real Zaragoza al donostiarra. Su destino, el Numancia, que fuera verdugo de los aragoneses en la promoción la pasada campaña.

Una temporada, la presente, en la que de la mano del discípulo de Natxo, López Garai, Oyarzun ha encontrado su lugar. Cerca de cuadruplicar sus minutos de juego respecto a la pasada campaña –de 529 a 1750– el exzaragocista ha demostrado que podía contar con un sitio en la categoría de plata. Fijo en los planes del conjunto soriano, es uno de los destacados la presente campaña en el Numancia, con el que suma además cifras notables, tanto de asistencias (8) como de goles (3).

Toda una amenaza para el Real Zaragoza el próximo domingo en La Romareda, sabiendo bien los aragoneses del peligro de sus exjugadores.