Si una cosa había dejado clara Víctor Fernández respecto al mercado de fichajes era la necesidad de mejorar la estructura física de su equipo. Razón por la cual el Real Zaragoza ha incorporado un perfil muy claro de futbolistas a lo largo del verano, ayudando a elevar el nivel de la plantilla, tanto a nivel de altura como de velocidad.
Una de las zonas en las que se ha buscado incidir en la búsqueda de una mejora física ha sido la defensa. El equipo aragonés había venido sufriendo un déficit durante las últimas temporadas que provocaba el sufrimiento a la hora de defender, tanto balón parado como centros laterales, lo que ha costado un número innumerable de goles recibidos.
Con la misión de mejorar en ese aspecto, Víctor Fernández alineó ante el CD Tenerife la defensa más potente a nivel físico de las que cuenta a su disposición. En ella formaron dos nuevos fichajes, Vigaray y Atienza, un jugador con el que no había podido contar con anterioridad, Grippo y otro, Nieto, del que quedó prendado en la recta final de la pasada campaña. Todos ellos de una estatura considerable. Tanto es así, que la media de estatura de los cuatro futbolistas se sitúa rozando el 1,85 de estatura.
Cuatro futbolistas a los que se les suma en la defensa del balón parado la figura de dos atacantes, como son Luis Suárez y Dwamena, que también rondan el 1,85 de estatura. Elementos que permitieron al Real Zaragoza una defensa solvente de todos aquellos balones aéreos que trataron de sobrevolar el área defendida por Cristian Álvarez, que tuvo ocasión de marcharse a casa sin encajar, en lo que debe ser un ejemplo de lo que debe ser el conjunto aragonés a lo largo de la presente temporada.