Kagawa y el inevitable regreso del famoso rombo
La "bomba" del Real Zaragoza este verano parece funcionar. Shinji Kagawa se ha adaptado a la perfección al grupo, al fútbol español y a la Segunda División. Al menos eso se ha visto en las cuatro primeras jornadas de liga. De hecho, frente a la Ponferradina, el japonés estrenó su casillero goleador.
El impacto de su incorporación ha sido inimaginable. Tal ha sido, que hasta el esquema táctico del equipo se ha visto condicionado por su llegada. Un mediapunta puro, con una calidad envidiable y un peso tan estratosférico que es imposible dejarlo fuera del once inicial.
Con el nipón ha vuelto el famoso rombo de hace dos temporadas. Aquella formación que usaba el Real Zaragoza de Natxo González y que llevó al equipo a ser tercero y quedarse a las puertas del ansiado ascenso. Es un esquema muy similar a lo que La Romareda presenció durante la 17/18.
Formación conocida para el zaragocismo
Con una defensa de cuatro caracterizada por dos laterales que se suman habitualmente al ataque. Un mediocampo formado por un pivote más retrasado, que en estos primeros encuentros han sido Eguaras y Ros alternativamente, y dos interiores que normalmente han sido, y seguirán siendo a lo largo del curso, Guti y James. Un mediapunta. No uno cualquiera. Kagawa. Y dos delanteros. Uno con más movilidad: Luis Suárez. Y otro que fija a los centrales y abre huecos a los hombres que llegan de atrás: Dwamena.
Así es como se desenvuelve actualmente el Real Zaragoza sobre el terreno de juego. Una formación que podría denominarse como la "4-1-2-1-2" para los más eruditos. Un esquema que da una mayor libertad a todos los jugadores, que es lo que siempre ha buscado Víctor, desde los interiores que pueden subir y bajar cuanto quieran, pasando por el mediapunta, que con su movimiento marea a los rivales, hasta a los delanteros, que tienen una mayor facilidad para caer a bandas y desmarcarse.