El Real Zaragoza cuenta las horas para poner rumbo a Gijón, donde disputará su próximo encuentro liguero frente al Real Sporting. Un encuentro en el que los aragoneses tratarán de darle la vuelta a la situación que viven actualmente, después de una serie de malos resultados que han puesto en cuestión el plan inicial de Víctor Fernández.
Tras comenzar el curso de forma inmejorable, durante las últimas jornadas el conjunto aragonés se ha mostrado incapaz de doblegar a sus rivales, sumando además tres derrotas en los últimos cuatro encuentros. Una situación que parte de diversas razones, desde los problemas físicos de algunos jugadores clave al conocimiento por parte del resto de los equipos de las virtudes y defectos de los blanquillos.
Un punto muy diferente al que tenía el Real Zaragoza cuando el pasado mes de enero viajara hasta el Molinón. Apenas días antes Víctor Fernández había asumido el cargo de entrenador de un club en una situación desesperada, acuciado por la amenaza del descenso de categoría. Con el aragonés a los mandos se le había ganado al Extremadura, suficiente para tomar algo de aire.
Enfrente se encontraba un Sporting que llegaba tras cinco partidos sin perder, desde el derbi asturiano y vivo todavía en la competición copera, en la que había eliminado al Eibar. Pese al gol inicial de Djurdjevic, los aragoneses no dejaron de creer y pronto llegó el empate, a balón parado, de la cabeza de Álex Muñoz. Después, el de la victoria, el tanto de Raúl Guti, el único de una temporada para el olvido condicionado por las lesiones.
No hizo falta mucho más. Apenas aguantar las acometidas del equipo asturiano, que fue incapaz de doblegar la defensa blanquilla y a un Cristian que volvía a vestirse de santo para evitar el empate. Tres puntos vitales para el Real Zaragoza, los primeros de Víctor Fernández en su vuelta lejos de La Romareda y que servían para inicia un camino a la tranquilidad que todavía tardaría en llegar.