Víctor Fernández: un año de vuelta a la ilusión

Tal día como hoy, hace un año, el 17 de diciembre de 2018, el Real Zaragoza ponía sus esperanzas en el hijo pródigo, Víctor Fernández. El técnico aragonés se hacía cargo del club blanquillo por tercera vez, en esta ocasión, lejos de grandes logros, con el único objetivo de salvar al equipo de un descenso que parecía más real que nunca.

Antes de la llegada de Víctor, el Real Zaragoza había dado tumbos de la mano de Imanol Idiakez y Lucas Alcaraz, dos técnicos de perfiles enfrentados que no habían conseguido obtener los resultados que se esperaban de un equipo que había quedado tercero una temporada antes y cuyo objetivo siempre debe pasar por la lucha por el ascenso. Nada más lejos de la realidad, los aragoneses se ahogaban en la agonía de verse inmersos en la zona baja, en busca de una reacción que nunca llegaba.

No antes de que Víctor Fernández volviera a ocupar el banquillo de La Romareda. En su presentación fue capaz de devolver la ilusión a una afición anestesiada ante un dolor sin medida, que no conocía otra medicina que la victoria. Un triunfo que no tardaría en llegar. Lo hizo también de forma agónica, con un gol de Papu que pareció romper las cadenas que atenazaban a la plantilla, que una semana después, volvería a ganar, una victoria de mérito en El Molinón, para sacar la cabeza de la zona roja.

Números para luchar por el ascenso

Desde entonces, el Real Zaragoza ha pasado de ser tercero por la cola a tercero en la cabeza de LaLiga SmartBank, creyendo en estos momentos que la posibilidad de lograr el ascenso es real y factible. Todo gracias a 44 encuentros en los que se han logrado 19 victorias, 11 empates y 14 derrotas. Superando además todo tipo de adversidades y mejorando incluso en sensaciones los resultados. Algo más de 1,5 puntos por partido, una media que, de continuar así a lo largo de lo que resta de temporada, bien podría servirle a los aragoneses para mantenerse en zona de promoción.

De momento, Víctor Fernández celebrará esta efeméride con una Copa, la que le catapultó al éxito en su primera etapa y que debe servir también para celebrar ahora que el Real Zaragoza está muy vivo y no quiere dejar escapar ninguna oportunidad de volver a ganar.