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La vida loca de Pennant en Zaragoza

Pennant de blanquillo (Foto: Heraldo).
Daniel Marzo

Durante las últimas décadas, el Real Zaragoza ha contado con futbolistas de todo tipo. Pero pocos han dejado una huella tan peculiar como la de Jermaine Pennant. El atacante inglés llegó a la capital del Ebro como una estrella pero su paso se dejó notar más por las anécdotas fuera del campo que por su rendimiento sobre el césped de La Romareda.

Así lo recuerda en una entrevista concedida a El Periódico de Aragón. Allí Pennant recuerda sus días en el Real Zaragoza. Un equipo del que guardaba el recuerdo del gol de Nayim y en el que, gracias a la habilidad de su representante, consiguió el contrato más alto de su carrera. Después de aquello fue recibido como toda una estrella por unas 2.000 personas, “fue un shock. Los fans del Zaragoza estaban muy ilusionados con mi llegada”.

Quien no sintió lo mismo fue su entrenador de entonces, Marcelino, al que confiesa haber enfadado, pero cuyo trabajo defiende “me gustaba mucho, era genial” añadiendo además que “fue una vergüenza que lo despidieran”. Pennant no pudo tampoco agradar al técnico asturiano aprendiendo español, idioma del que apenas pudo dominar alguna frase suelta.

La vida nocturna de Pennant

Sin embargo, al inglés se le recuerda más por lo extradeportivo, especialmente por sus juergas. Y eso que de Zaragoza dice no haberle agradado la vida nocturna, “era como salir entre estudiantes, casi todo el mundo era muy joven”, confesando además que aprovechaban los desplazamientos. La otra solución era viajar junto a Frank Songo’o, “mi querido Jackie”, a Madrid o Barcelona. En la Ciudad Condal, junto al también exjugador blanquillo perdió el tren de vuelta, algo similar a lo que le sucedió en Marbella, donde perdió el vuelo y no llegó para entrenar.

Por supuesto, recuerda también el asunto del Porsche abandonado en la estación de Delicias. Una historia que explica el propio Pennant, rebajando en buena medida todo lo que se ha contado, pero añadiendo que el tique del aparcamiento acabó ascendiendo a 500 euros. Apenas unos ejemplos de la vida loca del británico en Zaragoza, jugador y persona peculiar, pero que al fin y al cabo guarda buen recuerdo de su paso por España.

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