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Del "¡pisalo, pisalo!" al 'peace and love': la intrahistoria del mítico Zaragoza-Chelsea

El autor del último gol de aquella final, Nayim, levantando la Recopa.
Periodista. Apasionado del deporte.

En la historia del Real Zaragoza hay muchos partidos marcados a fuego en la memoria de su afición. Uno de ellos fue la semifinal de la Recopa ante el Chelsea en 1995, que acabaría por dejar un título más en las vitrinas del conjunto blanquillo en la mágica noche de París frente al Arsenal. Aquella histórica cita en La Romareda estuvo marcada por los incidentes que tuvieron lugar entre los hinchas ingleses y la policía, lo que desembocó en la reacción de la propia afición zaragocista.

Un cántico -aún por esclarecer si fue realidad o una leyenda urbana- apaciguó la trifulca y creó un referente entorno a la figura de Bilardo y su mítico "¡pisalo, pisalo!".

Precisamente hace muy pocos días se cumplieron 27 años de lo sucedido en ese partido entre el Dépor y el Sevilla. El encuentro fue recordado por el tremendo enfado de Bilardo con su banquillo y con el fisio del equipo que fue a atender a un jugador del conjunto gallego que quedó tendido en el suelo después de una acción con Maradona. Las cámaras de televisión captaron la reacción de Bilardo. "¡Los de colorado son los nuestros!", chillaba una y otra vez el entrenador del Sevilla, que le decía sobre el rival a un componente del banquillo: "¡Qué carajo me importa el otro! ¡Pisalo, pisalo!".

Carlos Salvador Bilardo en el banquillo del Sevilla.

Aquel suceso parece que dejó huella entre los aficionados del Zaragoza, que recordaron dicho cántico durante la semifinal de la Recopa ante el Chelsea, en 1995. Todo surgió a raíz de la pelea que se estaba produciendo entre los aficionados ingleses y la policía, la cual ya había pasado a mayores. Entonces, los espectadores blanquillos comenzaron a entonar el "¡pisalo, pisalo!". Los británicos se percataron de aquello, pero entendieron que estaban pronunciando 'peace and love, peace and love'. De manera increíble, el cántico provocó que los aficionados cesaran en su lucha y todo volvió a la calma en las gradas del estadio.

La anécdota -de la cual se hicieron eco varios diarios ingleses tras el partido- quedó para el recuerdo de lo que se convirtió en otra noche histórica para el zaragocismo.

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