El fútbol ya no es lo que era. Al margen de afirmaciones nostálgicas, la frase se ha convertido en realidad a causa de la COVID-19, que lo ha cambiado todo. También el deporte del balompié, que se ha tornado diferente por medidas como la disputa de los partidos a puerta cerrada o el aumento de cambios disponibles, pasando de tres a cinco.
Bien lo sabe el Real Zaragoza. El equipo aragonés se dejó el ascenso en el camino tras el confinamiento y todavía hoy sigue pagando las consecuencias de jugar en La Romareda a puerta cerrada. Sin embargo parece que Rubén Baraja, al menos, sí se ha adaptado al aumento de cambios, ofreciendo minutos a la práctica totalidad de los futbolistas de la plantilla.
La recuperación de James Igbekeme le permitió formar en el equipo el pasado fin de semana ante el Sabadell, apenas unos minutos, pero suficiente para florecer la esperanza de ver al nigeriano recuperar, al menos, parte del nivel perdido. El centrocampista se convirtió en el vigesimotercer jugador que viste la camiseta del Real Zaragoza esta temporada, en apenas seis partidos.
De cuantos futbolistas dispone el técnico blanquillo, tan sólo faltan por debutar esta campaña los más jóvenes, canteranos como Sancho, Francho o Borge, que aparecieron durante pretemporada con el equipo aragonés. Además, también esperan su oportunidad los porteros, Ratón y Azón, que se sitúan por detrás de un espléndido Cristian Álvarez.
Una muestra, otra más, de que el fútbol que se juega tras la pandemia es distinto, pero casi igual, y que el proceso de adaptación al mismo es clave para triunfar si se tratar de aspirar a abandonar LaLiga SmartBank.