Fabián Orellana ha logrado batir el número de partidos de un futbolista chileno en LaLiga Santander. Lo hizo hace dos jornadas ante el Alavés y este domingo sumó otra bala más a su cartuchera para seguir así aumentando sus cifras y alejándose del jugador que hasta hace poco reinaba en este particular podio, que era nada menos que Claudio Bravo.
Con un total de 234 partidos, supera los 232 del guardameta que militó en la Liga desde 2006 hasta 2017. Y quien cierra los tres primeros puestos no es un futbolista cualquiera, sino que se trata de Iván Zamorano, que sumó 196 choques en España.
Orellana aterrizó en tierras españolas en la temporada 2009- 2010, temporada en la que deslumbró con el Xerez en sus 26 partidos jugados, lo que le llevó a firmar por el Valencia. No tuvo demasiada suerte, o mejor dicho, demasiada sintonía con el club ni con el entrenador, e hizo las maletas para jugar en el Celta de Vigo, equipo con el que más partidos ha disputado, 120.
Tras su paso por el Granada, aterrizó en Eibar de la mano de un José Luis Mendilibar que le ha hecho volver a brillar. Tanto es así que ha vuelto a ser convocado con su selección.
Orellana también se sitúa en un interesante quinto puesto en la clasificación de goleadores chilenos en España, por detrás del indiscutible número uno en esta faceta Iván Zamorano, Alexis Sánchez, Jorge Contreras y Francisco Molina.
Su carácter peculiar (no concede entrevistas) le ha llevado a tener algún problema en varios clubes. Sin embargo, ha encontrado en el Eibar y en Mendilibar la estabilidad que necesitaba y lo está demostrando en el verde, en una temporada en la que está siendo el mejor jugador azulgrana.
Mendilibar lo calificó de forma cariñosa como un "ratoncito verde", una especie rara que nunca sabes por dónde te va a salir en el campo, y dijo que había que "entender" al chileno, hablando de su peculiar forma de ser, porque, de lo contrario, "te puede mandar a tomar por saco".
Si nada cambia, Orellana podrá seguir poniendo tierra de por medio con respecto a Claudio Bravo y llegar a una cifra difícilmente superable por algún compatriota en los próximos años.