España está en el Mundial de Catar 2022, ese Mundial novedoso y otoñal del próximo año. Eso es lo importante, lo trascendente. Luis Enrique, seleccionador nacional, ha conseguido solventar los obstaculitos que se ha ido encontrando en el camino en esta fase de clasificación para cerrar el pase directo, como primero, este domingo en La Cartuja de Sevilla y lograr plaza automática para la gran cita del 2022.
Será un Mundial muy diferente para una España diferente. Una España que afrontara la mayor cita futbolística con una selección diferente. Ni la que germinaba en 2006, ni la triunfante de 2010, ni la del ocaso de 2014, ni la del lío de 2018. Es la España de Lucho, la España de los jóvenes, la España de los jóvenes, la España de Gavi, de Pedri, de Dani, de Unai, la España de Busi, la España de Morata, la España del trap, la España de nueva generación del siglo XXI, que se planta en Catar con toda la personalidad del mundo.
España no tuvo un partido fácil, ni una victoria fácil. Es más, hasta el gol de Morata, precedido por un espectacular disparo de Dani Olmo, las ocasiones más claras fueron suecos, si bien el ánimo del encuentro, la voluntad, la intención siempre fue llevada por los españoles. Le valía el empate y fue a por la victoria. A Suecia solo le valía la victoria y pareció ir a por el empate. El tanto de Morata, que se dejó de querer, hizo justicia a esa disposición de La Roja, que hasta entonces no hizo su mejor partido. Le faltó profundidad, le faltó espacio, le faltó velocidad en las transiciones y la realidad es que fue bastante predecible durante todo el duelo. Precisamente Dani Olmo se salió del guion de la horizontalidad para fabricarse su espectacular trallazo que dio origen al gol.
Pero esta España de Luis Enrique tiene algo que se genera a través de las dificultades. Da la sensación de pasarlo igual de bien o de mal ante Suecia que ante Francia o ante Italia, como demostró en la Liga de las Naciones. No tiene estrellas, pero tiene un bloque que suele moverse como una marea. Ese fuerte, esa colectividad, a veces es también talón de Aquiles cuando se convierte en monotonía. Pero tiene elementos notables para tener picos de creatividad o de juego.
España controló casi todo el partido, aunque Suecia, sobre todo a través de Fosberg en la primera mitad, pudo amargar la fiesta. Poco se entendió que el seleccionador sueco retirara al jugado del Leipzig y luego a Isak, aunque fuera por Ibra, teniendo en cuenta que solo le valía ganar. Se hizo el sueco en el partido.