El fútbol siempre tiene un capítulo más en su caja de sorpresas. Lo que ha sucedido este viernes en el partido entre el Lecce y el Udinese de la Serie A es prácticamente insólito. El encuentro acabó 0-1 a favor de los de Udine y Lorenzo Lucca marcó el único gol desde los once metros. Un penalti, eso sí, que tuvo detrás una serie de acontecimientos inigualables.
Con 0-0 en el marcador y a la media hora de partido, el VAR llamó al colegiado para revisar un posible penalti para el Udinese. Gaby Jean golpeó con el brazo a Sandi Lovrić en la cara y el colegiado, tras apreciar la acción en el monitor, señaló la pena máxima.
A partir de ahí, una verdadera pelea entre los jugadores del Udinese para realizar el lanzamiento. Thauvin debería ser el lanzador, pero Lorenzo Lucca coge la pelota y se niega a cedérsela. Varios compañeros le piden que entre en razón y, entre otros, aparece Jaka Bijol que incluso le agarra de la camiseta y se encara con él. Pero no hay manera.
Lucca insiste en lanzar y coloca la pelota en el punto de penalti. Los compañeros insiste en que se lo deje a Thauvin. Y Thauvin, a todo esto, se queda parado delante del esférico impidiendo que su propio compañero dispare.
— tomoriano (@tomorianoarchiv) February 21, 2025
En medio de todo esto, el árbitro enseña una tarjeta amarilla a Lorenzo Lucca por la situación que se está viviendo. Varios jugadores del Udinese vuelven a insistir, sin éxito, para que deje lanzar a Thauvin, que finalmente desaparece de la acción.
Lucca fusila la portería del Lecce y marcar el 0-1, que a la postre sería el único gol del partido. El caso es que ningún compañero se acerca con él a celebrar el gol. Apenas un choque de manos de Sandi Lovrić... y poco más.
Ante tal situación, Kosta Runjaić, entrenador del Udinese, decide sacar a Lorenzo Lucca del campo a los 36 minutos, sólo 4 minutos más tarde de que transformara la pena máxima. Iker Bravo fue quien entró en su lugar tras una situación completamente insólita.