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Se acaba el tiempo y reaccionar es obligatorio. Perentorio. No hacerlo no significaría todavía decirle adiós a la Champions. Ni mucho menos. El calendario seguiría siendo el mejor. Eso sin duda. Pero la tendencia moral y futbolística estaría a favor de los perseguidores. Sobre todo del Valencia, que independientemente de no haber ganado, le ha dado una lección al Sevilla de cómo se compite ante el mejor equipo del mundo por mucho que las distancias parezcan insalvables. Ganar sería encontrar el maná. Meter cuatro puntos de distancia (que garantizan poder fallar una vez más que el perseguidor), recuperar la moral de la tropa y de la grada y encarar el sprint final del campeonato con cierto aire de solvencia. Más si cabe, estando delante el hacedor del mejor Sevilla de la historia, el a la vez odiado, admirado, repudiado, temido, respetado y alabado Juande Ramos, que llega con guarismos estratosféricos y pudiendo dejar al Real Madrid a sólo cuatro puntos del líder.El de Pedro Muñoz no podrá contar con Pepe, Robben, Snijeder y Heinze, pero cuenta con los temibles Higuaín y Huntelaar, al margen de los acorazados Gago y Lass. Quizás su línea más débil pueda ser la defensa, donde Metzelder deberá cubrir carencias y Miguel Torres tendrá que bailar con la más fea... si es que a Jiménez no le da por volver a ubicar a Navas en la izquierda. No es esa de todas formas la principal duda del Sevilla. Luis Fabiano ha estado tocado durante la semana y nadie descarta una sorpresa en el once, que podría llegar con la suplencia de Romaric, cansado y muy cargado de partidos. De todas formas, lo mejor es que el de el Arahal cuenta todos sus futbolistas de élite sin excepción para el choque.