Mal partido del Sevilla, que alarga una semana más su clasificación para la Liga de Campeones. Jiménez dejó en el banquillo a Capel y a Jesús Navas
Pues tendrá que ser ante el Deportivo en casa, porque este sábado en Pamplona el Sevilla ni se ha parecido a un equipo que vaya a jugar la próxima temporada la Liga de Campeones y, ni mucho menos, se ha merecido la victoria. Un equipo especulativo, robusto defensivamente, eso sí, pero tímido en ataque y prácticamente inocuo ha logrado lo que parecía que buscaba, el empate, porque el triunfo casi nunca lo tuvo en su mente ni en sus posibilidades.
Especialmente decepcionante fue la primera parte, en la que el Sevilla, sin Capel y Navas por decisión de Jiménez, con un trivote en el centro del campo fue una marioneta en manos de Osasuna, que sin embargo no acertó en los metros finales en las varias ocasiones que tuvo, o bien por el acierto de Squillaci y Escudé, de Palop o por incapacidad propia de los rojillos. El Sevilla apenas se acercó a la meta de Ricardo. En la segunda parte mejoró algo el Sevilla y el partido se igualó. En parte por la presencia de Capel y Navas en el campo, ya que ambos salieron en la segunda mitad, el segundo por Kanouté, lesionado. Con los minutos comenzó a encontrarse mejor el equipo de Jiménez, gracias a Navas y Capel, más profundos y peligrosos. Pero entonces, cuando el desgaste comenzó a aparecer en los locales, también quiso aparecer Velasco Carballo para expulsar a Romaric a diez minutos del final de forma absurda y equivocada. ¿Que el partido iba encaminado a lo que deseaba Jiménez, con un Osasuna desgastado en defensa? Puede, pero no parece la mejor forma esperar 80 minutos a que el rival, que pelea por el descenso, se venga abajo para ir a ganar el partido. Después del partido en Navarra, casi que se juega más el Sevilla en el partido del Calderón que cierra la jornada. Si hay empate o gana el Atlético, el Sevilla será tercero ganando la próxima jornada al Deportivo. Especulando como en el Reyno de Navarra será más difícil, seguro.
