La decisión se ha tomado con poca capacidad de riesgo, y teniendo también en cuenta, sin duda, el peso del vestuario, que en privado y en público ha pedido la continuidad de Álvarez, pero también teniendo presentes otros factores. No se puede obviar el económico. El de la casa siempre saldrá más barato que el externo, sólo hace falta recordar los cerca de cuatro millones que cobra Pellegrini, el altísimo caché, por ejemplo, de Juande, o de otros técnicos de ese nivel. El Sevilla, con su criterio, acertado a la luz de los títulos, prefiere moderarse en el gasto del técnico y apostar por la casa, por ese Wenger que Del Nido quiere para el banquillo nervionese, para ese técnico que espera que dure muchos años. De momento, tiene un proyecto delante de él.
Porque además, y a diferencia de Jiménez, Álvarez aglutina los gustos de la mayoría del sevillismo, de momento. Su llegada ha calmado la crispación anterior y ha tranquilizado a un vestuario casi desquiciado.
Todo esto lleva a una decisión con cierto grado de comodidad, también de seguridad y de lógica, y también de mesura económica. Y por supuesto de resultados. Todo ello, conjugado, da como resultado la continuidad de Álvarez.