Pero el climax futbolístico estaba por llegar en el segundo tiempo. Luis Alberto agarraba una pelota pegado a la cal de la banda izquierda, le hacía una cola de vaca seguida de un regate de tacón a su defensa, salía por fuera tras alcanzar la línea de fondo y disparaba al segundo palo superando por alto al meta lepero arrancando los pañuelos de los bolsillos de la concurrencia (cada vez más gente viendo a este equipo). Con el 4-0 apenas se volvió a jugar. El san Roque empezó a mostrarse durísimo y las patadas reinaron en el partido. El propio Luis Alberto tuvo que marcharse lesionado y alguno más se libró de correr la misma suerte. El filial, imponente.