Sevilla F.C. | 1 | 2 | Athletic Club |
Y sí, Marcelo Bielsa le dio un auténtico repaso a Marcelino antes del encuentro y durante el mismo. No solo por la actitud de su equipo de ir a buscar el partido desde el minuto uno mientras los sevillistas se mantenían a la espera de no se sabe muy bien qué, sino por la disposición de ambos conjuntos sobre el campo. Lo que de inicio parecía una estrategia defensiva del Athletic, con cinco defensas, pronto se convirtió en una abrumadora superioridad en el centro del campo. A los cuatro centrocampistas vizcaínos se le sumaban los carrileros, Iraola y De Marcos, como cohetes, y ante esto Fazio y Trochowski, poco o nada ayudados por sus delanteros y demasiado lejos de sus extremos, poco podían hacer, y poco hicieron. El resultado pronto le dio la razón al Athletic, aunque el gol de Navas y el empate, a modo de espejismo, igualara el encuentro en el marcador, que no en el campo. Ese tanto, cuando debió de espolear a los sevillistas, sirvió de analgésico. Ni Marcelino en el banquillo ni los jugadores en el césped llegaron a entender qué es lo que pasaba, por qué tal dominio, por qué tal control de la pelota, por qué tal superioridad vasca.
Con el comienzo del segundo tiempo el Sevilla intentó agarrarse a sus recursos, a la defensa, al parapeto. Pero no era el día en el que la zaga lo borda, ni mucho menos. La primera parte ya había dado muestras de nerviosismo, incluso Javi Varas. En la segunda se confirmó. Spahic regaló un balón, Varas salió tarde y se consumó lo que todo el mundo temía y casi esperaba, viendo el desarrollo del encuentro.
Si ya había sido preocupante lo visto hasta entonces en el campo, no lo fue menos lo que ocurrió en los 20 minutos posteriores al gol de De Marcos. Nada. Eso mismo pasó, nada, porque el Sevilla, a tan solo un gol de distancia en el marcador, bajó los brazos, apenas se acercó a Iraizoz (salvo un par de acciones de Rakitic) y mostró su falta de argumentos. Tampoco desde el banquillo se revirtió la situación. Y el partido murió, entre pitidos para el Sevilla y aplausos para el Athletic, el reflejo de lo que el aficionado sevillista quiere de su equipo y que ve tan lejano, en el tiempo y en el futuro.