Sevilla F.C. | 3 | 0 | Getafe CF |
Y eso que al Sevilla le sigue costando entrar y abrir los partidos. No encuentra la fórmula idónea ni las vías de penetración y suele caer en la indefinición. Le pasó durante la primera media hora del partido, hasta el gol de Fazio, en la que incluso vio cómo el Getafe montaba alguna que otra contra peligrosa. De hecho, todo podría haber sido diferente si Iglesias Villanueva llega a castigar el claro penalti por mano de Spahic en el minuto 6. Pero no lo pitó y el Sevilla se sostuvo, porque eso sí, se sostiene. Es sólido, a veces como roca, y concede poco, muy poco. Que se lo pregunten a Javi Varas, al que le faltaron una película y palomitas para pasar una velada más plácida. Esa solidez es una de las mayores virtudes de este equipo, y con un cuarto de temporada consumido ya se puede ir enarbolando como bandera. Porque si el Sevilla es verdad que es poco preciosista, es efectivo y férreo, y tiene recursos de esos que desnivelan partidos. Como el balón parado. Así los goles también valen, y tanto, como el de Fazio, que añadió a su recién adquirida solvencia defensiva su eficacia rematadora en ataque. El gol, a la media hora de juego, calmó algunos silbidos que se adiviniban por el juego contemplativo nervionense y pareció insuflar de confianza a los hispalenses y a algunos de sus jugadores destacados, como Rakitic y Jesús Navas, activos durante todo el encuentro.
El Sevilla, con la ventaja en el marcador, salió del vestuario animoso, valiente y en busca de otro gol que llevara tranquilidad al partido y a la grada, algo inaudito esta temporada hasta el momento en el Sánchez Pizjuán. Lo había intentado en otros encuentros el equipo sevillista, pero en este sí encontró el segundo tanto que encarrilara el duelo. Lo hizo Manu del Moral a los cinco minutos de la segunda parte. El jiennense saltó al campo por un lesionado Perotti y mejoró al equipo, y no solo por el gol, sino por su verticalidad.
Por fin, con ese 2-0, y con un cerrojo atrás con un enorme Fernando Navarro y con unos efectivos Spahic, Fazio y Coke, el Sevilla se encontró más a gusto y por momentos se encontró a sí mismo, se indetificó con ese Sevilla que quiere Marcelino y que aún no se ha visto de forma constante. Triangulaciones, un Rakitic profundo, un Trochowski participativo y un equipo ambicioso en busca del tercer tanto que pudo llegar casi seguido y que llegó de las botas de Kanouté en el descuento. Golazo, por cierto. La cara cambiada, la grada contenta y el Sevilla, a un paso de la cuarta plaza. Lo dicho, mejora la cosa.