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Cuando menos es más

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha arrancado un punto de Granada y se puede marchar contento, porque lo hizo en inferioridad numérica y porque lo hizo en un partido en el que, hasta la expulsión de Diego López, ofreció de nuevo síntomas preocupantes. 

Ha ofrecido el equipo de Míchel también cosas positivas, y las relataremos, pero la sensación que primero asalta al aficionado nervionense al ver a este equipo de Míchel es de familiaridad. Le resultan familiares los fallos, las deficiencias, le resultan familiares los recursos ofensivos, los balones a Navas, las lagunas de Fazio. Todo, por ahora, le resulta familiar al sevillista, y eso no es demasiada buena señal cuando se pretendía ejecutar una renovación de calado en el equipo, interior y externamente. Este análisis, claro está, corresponde sobre todo a la primera media hora del partido, once contra once, en la que el Sevilla no pudo imponer su forma de juego, porque no la tenía clara, y en la que antes del penalti que supuso el 1-0, tras un rechace, ya Fazio había regalado otro que Estrada no concedió, y algún balón más en el área. En ataque tan solo inquietó una vez, en una buena contra en la que Reyes hizo mutis por el fondo cuando tenía que haber rematado solo a gol.

Crónica on-line
Árbitro
Estrada Fernández. Amarillas a Siqueira (7'), Botía (61'), Iriney (70'), Rakitic (75'), Íñigo López (84'). Roja directa a Diego López (34').
Formaciones
Granada CF: Toño; Nyom, Íñigo López, Borja Gómez, Siqueira; Iriney (Ortiz, m. 80), Mikel Rico; El-Arabi (Machís, m. 72), Jaime Romero (Torje, m. 63), Orellana; y Floro Flores. 
Sevilla FC: Diego López; Cicinho, Fazio (Botía, m. 46), Spahic, Fernando Navarro; Trochowski, Medel, Rakitic (Cala, m. 88); Jesús Navas, Negredo y Reyes (Palop, m. 35).
Goles
1-0, m. 35: Mikel Rico. 1-1, m. 44: Negredo.
Incidencias
Los Cármenes.

Esa media hora dejó malas sensaciones, bastante malas. Y todo parecía ir a peor con la roja a Diego López y el gol en contra (tras parar Palop la pena máxima y dormirse Rakitic en el rechace).  
Pero entonces, por esas cosas inexplicables del fútbol, surgió precisamente un mejor Sevilla, con oficio, experimentado. Ya sin Reyes en el campo (vaya media horita que se ha vuelto a marcar el utrerano), logró igualar todavía en la primera parte con un magnífico pase de Trochowski a Negredo, con doble remate incluido. Y en la segunda parte, el equipo hispalense, con Botía en el campo por un desastroso Fazio, pareció mutar en defensa y de coladero pasar a ser férreo. De inseguro, a convencido. De dubitativo, a decidido. Quizás fuera que la inferioridad numérica provocó que el equipo hispalense tuviera ya claro a qué jugar. Defendía atrás, bien, junto, y salía rápido a la contra con balones a Navas o largos a Negredo. Incluso pudo hacer el segundo el Sevilla en alguna de estas acciones. El caso es que sabía a qué jugaba el conjunto hispalense, una sensación, curioso, poco familiar en los últimos meses. Y como sabía a qué jugaba, jugó bien, ejecutó bien, defendió bien.
Tan solo se pudo echar a la boca el equipo granadino un par de remates de cabeza, eso sí, uno claro de Floro Flores al larguero en el último minuto. Pero sufrió más Toño que Palop en esa segunda mitad.
Se puede ir contento el Sevilla por tanto, porque empatar con diez jugadores es meritorio, pero cuando el partido exigía dominio, autoridad, control, cuando el partido exigía juego, seguridad, no la tuvo. Y, desgraciadamente, son sensaciones demasiado familiares ya en este Sevilla, que por ahora tiene poco de nuevo, la verdad.

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