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Ciclos y ciclones

Á. Ramírez


El derbi, cual viento de fuerza extraordinaria, es un magno acontecimiento futbolístico impetuoso y temible, desata grandes destrucciones y grandes alegrías. El derbi es un ciclón que siempre sopla alrededor de dos círculos de diámetros definidos. Eso es un derbi, el que sopla fuerte, más fuerte que ningún otro, este domingo en Sevilla.

Los derbis, como ciclones, arrastran lo que encuentran a su paso. Reclaman toda la atención, toda precaución, son el centro de la vida futbolística, e incluso de parte de la no futbolística, de su radio de acción. Sevilla y más allá.
Este derbi tiene la potencia y la impetuosidad de todos, sin duda. Pero tiene ciertos detalles que, como cada derbi cuando llega, lo hace diferente.
Este duelo máximo llega con dos fuerzas concéntricas que en su choque desatarán un huracán incluso mayor.
Con la fuerza de un equipo que se ha mantenido por encima de su rival en los últimos años. Ocho hacía que no acudía a un partido así por debajo en la clasificación. Ha sido dominador en la clasificación, en las sensaciones, en las alegrías... Pero el Sevilla ha visto cómo esa tendencia ha ido teniendo fugas medidas en los últimos meses. La mayor, hace pocos, cuando Beñat abrió una pronunciada fisura. A pesar de ello este Sevilla ha mantenido cierto aire de superioridad... hasta ahora. Hay una realidad, que el equipo de Míchel está por debajo por el de Mel, pero también quiere hacer valer otra a más medio plazo, que el Sevilla ha estado por encima del Betis en los últimos años y que ha tocado cotas a las que su rival aún no se ha acercado.
La otra fuerza concéntrica se va agrandando y agrandando. Ha continuado creciendo en una tendencia medida, gradudada, pertinente, que ya en mayo arrancó algunas edificaciones fijas de los últimos derbis y que ahora, en noviembre, quiere acabar por levantar todos los cimientos que han soportado la eterna rivalidad en el último lustro. Y tiene motivos y argumentos para hacerlo. El Betis está más fuerte, más potente, más eficaz, tiene menos fisuras y como resultado está mejor clasificado que el Sevilla. Se presenta en el Sánchez Pizjuán ya no como víctima, sino como amenazante figura que quiere reclamar un cambio de ciclo, el que supondría un Betis muy por encima del Sevilla, el que supondría un Betis habiéndole asestado dos heridas consecutivas a su eterno rival y el que supondrína un Betis siete puntos por encima del equipo nervionense. El Betis tiene al alcance de la mano un cambio de ciclo, de tendencia, tiene al alcance de la mano revertir una situación y hacerla cristalizar más allá de una alegría puntual.
Esos son los paradigmas en blanco y rojo y en verde y blanco. Bajando al plano de la realidad, a lo que sucederá jugada a jugada, acción tras acción en el terreno de juego, hay otros condiciones a los que atender. El Sevilla ha recuperado las dudas de los suyos en los últimos encuentros. Pero también es cierto que en el Sánchez Pizjuán se ha mostrado firme y se ha identificado con el Sevilla de Míchel que a domicilio se difumina. En Nervión es intenso, fuerte, agresivo, y como consecuencia de ello ha ganado cuatro partidos, empatado ante el rocoso Levante y perdido, con mano en la cartera incluida, ante el Barcelona. Quiero esto decir que el Sevilla es más Sevilla en casa, y para ganar al Betis es obligatorio que recupere su fuerza e imagen de comienzos de la temporada.
Luego está el método que utilice Míchel para lograrlo. Posiblemente recuperando señas de identidad y la fisonomía más habitual, sin estridencias, quizás con Manu en la izquierda, pero con un centro del campo aguerrido con Maduro, Medel y Rakitic. La duda es si esa disposición servirá para controlar el partido o para cederle el dominio al Betis y asestarle heridas a la espalda, como al Madrid o al Barcelona.
El Betis también viene, como el Sevilla, de una derrota, ante el Granada. Pero alberga menos dudas. Tiene claro cómo actuar, cómo jugar, con quiénes y para qué. Los de Mel pueden agarrarse a su defensa y a su efectividad, y poco cambio habrá para un partido como este. Sabe además que es así como sufre el Sevilla, sabe Mel que su pegada es lo que puede hacer daño en las filas nervionenses, y sabe además que en este partido de partidos cuenta con la ventaja del tiempo y de la ansiedad, que si aparece será en filas sevillistas.
Andaba preocupado Mel por Navas, y quizás eso obligue a ciertos retoques, pero en realidad serán matices, porque la fisonomía bética está bien definida. Cuenten con Cañas, Rubén y Beñat en la medular, con la probable presencia de Pozuelo en ataque acostado a la banda de Navas y con Castro y Juan Carlos. La otra variante es la de Nacho junto a Álex Martínez en la banda izquierda. Pero quizás está opción sería plegarse demasiado a las virtudes sevillistas.
Lo cierto es que el derbi llega en un momento más trascendental de lo que parece para los dos equipos. El Sevilla tiene mucho que ganar, y recuperar, ante el Betis. Una idea, una creencia, la fe en un proyecto, y una reivindicación ante el eterno rival. El equipo verdiblanco también tiene mucho que ganar, un cambio de ciclo, una tendencia, un salto hacia adelante.
Y los dos tienen mucho que perder, porque perder ante el eterno rival, más allá de las circunstancias puntuales, conlleva muchas consecuencias, las consecuencias devastadoras de un ciclón. Nunca acaba uno de darse cuenta del daño que puede hacer, incluso en el tiempo.
Alineaciones probables: 

Sevilla FC: Palop; Cicinho, Botía, Spahic, Fernando Navarro; Medel, Maduro, Rakitic; Jesús Navas, Negredo, Manu.
Suplentes: Diego López; Cala o Fazio, Campaña, Kondogbia, Reyes, Luna, Babá.
Real Betis: Adrián; Nelson, Paulao, Mario, Álex Martínez; Beñat, Cañas, Rubén Pérez; Juan Carlos, Rubén Castro, Pozuelo.
Suplentes: Casto; Ángel, Amaya, Nacho, Salva Sevilla, Pereira, Jorge Molina.

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