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¡Insostenible!

Álvaro Ramírez IIIImagínense un equipo sobrio, serio, consistente. Un equipo que venda su derrota con sangre, que pelee cada balón, que actúe como uno, como un colectivo. Imagínense un equipo trabajado, con las ideas claras. Imagínense un equipo bien dirigido, un entrenador que sume más que reste. Imagínense todo eso. Todo lo contrario es este Sevilla.

El equipo nervionense ha vuelto a caer, ha alimentado su nefasta racha (8 puntos de 36), ha vuelto a ofrecer una imagen de fragilidad brutal y de falta de mando absoluta. El equipo de Míchel ha perdido ante la Real Sociedad porque no sabe a lo que juega y porque tiene una defensa tan frágil como un barquito de papel. Que va a la deriva, por supuesto.

Crónica on-line
Árbitro
Álvarez Izquierdo. Amarillas a Spahic (22'), Íñigo (36'), Coke (70' y 73'), Botía (76'), Fernando Navarro (80'), Illaramendi (81'). Roja por doble amarilla a Coke (73')
Formaciones
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Mikel, Íñigo, De la Bella; Illarra, Pardo (Zurutuza, m. 66); Xabi Prieto, Vela (Castro, m. 84), Griezmann; Ifrán Agirretxe, m. 86) 
Sevilla FC: Diego López; Coke, Botía (Luna, m. 88), Spahic, Fernando Navarro; Medel, Kondogbia; Jesús Navas, Reyes (Rabello, m. 67), Manu (Babá, m. 80); Negredo.
Goles
1-0, m. 17: Carlos Vela. 1-1, m. 49: Medel. 2-1, m. 68: De la Bella.
Incidencias
Anoeta.

Después de una semana de elogios al trabajo técnico, de palabras repletas de confianza, de declaraciones abundantes en lugares comunes, el encuentro del Sevilla se ha empeñado en ridiculizar todos los argumentos repletos de excusas expuestos por los dirigentes durante la semana. Desde Del Nido a Míchel pasando por Víctor Orta. Si el trabajo del entrenador es bueno, debería ser mucho mejor, exageradamente mejor, espectacularmente mejor. Al menos debería dar para que su equipo supiera presionar al unísono, supiera defender al unísono, supiera trabajar al unísono, supiera a qué juega. Tácticamente, la primera mitad del Sevilla fue horrible. El plan de Míchel era desconocido, a no ser que ese plan consistiera en que su equipo se partiera en dos, en que la presión se ejecutara individualmente, por parejas a lo sumo, mientras el resto del conjunto sevillista se quedara anclado en sus posiciones sin saber qué hacer, si acompañar a los suyos o desconfiar de la labor y esperar.
El plan de Míchel también era desconocido en defensa, a no ser que ese plan fuera defender invidualmente y no como una zaga trabajada. El primer tanto de la Real Sociedad es el mejor ejemplo de una defensa mal o poco trabajada. La que sale a la ofensiva rival de forma desordenada, de forma invididual y sin sentido. El primer gol de la Real es el ejemplo de lo pobre que es este Sevilla, como también lo es que el equipo hispalense no rematara ni una sola vez entre los tres palos en los primeros 45 minutos. En esa primera mitad hubo ejemplos a raudales de lo pobre que es este Sevilla. Basta mirar a Manu del Moral. Kondogbia, irregular aunque con propuestas, y Navas fueron de lo poco salvable de los de rojo.
Visto lo visto en la primera mitad, el Sevilla tenía que hacer poco para mejorar en la segunda. Y algo hizo, mejoró. Todo pareció darse más de cara, para empezar el gol de Medel tras una salida fallida de Bravo y una inteligente dejada sin balón de Reyes. Fue el utrerano, principalmente, el artífice de la mejoría del equipo sevillista. Tuvo presencia, remate y pase. Por ello, y porque cogieron confianza los de Míchel, estuvieron más juntos y se esforzaron en hacer un trabajo común, estuvieron incluso cerca de remontar el partido. O al menos de meter algún gol más. Pero, como premonición terrible, Míchel decidió de manera incompresible retirar del terreno de juego a Reyes cuando mejor estaba. La gravedad de esa decisión compartía culpabilidad con otra colateral, la de dejar a Manu en el campo. Fue entrar Rabello, sin culpa de nada, y marcar De la Bella el segundo en otra acción defensiva horrible. Centró un lateral derecho y remató un izquierdo. ¿Y sus pares? Quién sabe.
Conociendo a este Sevilla, ese 2-1 ya era definitivo. Porque además quedaba por llegar la expulsión de cada día, en este caso de Coke, que en tres minutos vio dos amarillas. La segunda de ella con poca cabeza por su parte y por la de Manu del Moral, aquel que debió ser sustituido y que con sus pérdidas provocó males irreparables en su equipo.
La Real Sociedad, que ganó sin ser un gran equipo, solo tuvo que aprovechar la fragilidad sempiterna del Sevilla. Y perdonó algún tanto más, como había hecho ya Xabi Prieto. Y solo Negredo y los rebotes inquietaron a Bravo, que evitó el empate en la única acción que pudo dar un punto a los hispalenses. Tampoco hubiera bastado para redimir a un Sevilla que solo sabe perder, que tiene un entrenador cuyo trabajo cabe preguntarse dónde se refleja y que es, a día de hoy, insostenible. Un espanto.

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