Esa fantasmagórica figura quiere abrirle los ojos al equipo nervionense, convencerle de que su camino, alejado de los demás, no es bueno, que no conduce a nada. Que encerrarse en sí mismo puede traerle consecuencias funestas, la mediocridad, la vulgaridad. Por eso intenta abrirle los ojos mostrándole al fantasma del pasado remoto. El pasado que fue antes del Gran Sevilla, el de un equipo medio, sin aspiraciones, con éxitos ocasionales, pero con pocas alegrías. El Sevilla mediocre que no aspiraba a las copas, que incluso daba bandazos clasificatorios. Ese Sevilla del pasado existió demasiado tiempo porque no hubo ambición, porque no hubo pasos hacia adelante. Ese Sevilla pareció haber desaparecido a raíz de 2005 gracias a unas bases de trabajo constante, a desechar el espíritu contemplativo.
Pero el 'Sevilla de Ebenezer Scrooge' no se inmutó. Tomó aquella etapa como transitoria, como un éxito prolongado, pero no como una forma de vida. Argumentó que era difícil repetir aquellas épocas, que había sido cosa del destino y que su realidad era otra. "Me es muy difícil cambiar, puesto que siempre he sido así", se hartaba de repetir 'Ebenezer Del Nido'. Entonces, el fantasma de la Navidad quiso recurrir a otro espectro. El fantasma de las Navidades presentes. Puso ante el Sevilla la realidad actual. Un equipo mediocre de nuevo, limitado, con carencias evidentes, puede que trabajador, voluntarioso, pero falto de efectividad. Un equipo volátil de la mano de un entrenador con las reservas llenas de fe, pero poco cargadas de resultados. Cargadas de justificaciones, pero cada vez más vacía de argumentos. Ese fantasma del presente indicó con su índice la clasificación, mostró al Sevilla su puesto 13, sus 8 puntos de 30, su Otoño de descenso. Mostró un panorama crispado, un rendimiento paupérrimo. Enseñó incluso los números de Babá, las expulsiones de Fazio, los errores defensivos, las carencias en la izquierda, el bajo nivel de Reyes, la falta de gol... Pero el Sevilla, como Ebenezer Scrooge, no se inmutó. "Me es muy difícil cambiar, puesto que siempre he sido así".
Recurrió entonces el fantasma de la Navidad a su último espectro, su último fantasma, su último espíritu. Quiso mostrarle en las vísperas del partido ante la Real Sociedad al fantasma de la Navidades futuras. Le mostró este al Sevilla un tiempo oscuro, repleto de irregularidad, de mediocridad, de resignación. Le mostró fichajes sin rendimiento, ventas de sus estrellas, intentos vanos de recuperación; le mostró un Sevilla que deambulaba por Primera, sí, pero que ya no acudía a Europa, que estaba alejado de esos puestos, de esas ilusiones; le mostró un futuro lleno de desencanto, de más entrenadores, de más jugadores que no despuntaban. Le enseñó un Sevilla mediocre y ensimismado.
Y entonces llegó el partido de Anoeta. Ese partido del cambio, ese encuentro en el que el 'Sevilla Scrooge' debe mirar a su alrededor, sus propias caras, comprometerse y sacar la situación adelante para no convertirse en el reflejo de aquel fantasma del futuro. Ya sea con Reyes, 'Kondogbias', 'Negredos' o 'Rabellos', ya sea con López o con Palop, con 'Botías' o con 'Cicinhos'. Son nimiedades ante la verdadera realidad del Sevilla en estas Navidades. Son nimiedades si en realidad el Sevilla mira de frente a sus fantasmas, sus realidades, y cambia de verdad. "Y que Dios nos bendiga a todos", que diría el pequeño Tiny Tim.
Alineaciones probales:
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Mikel González, Íñigo Martínez, De la Bella; Zurutuza, Illarramendi; Carlos Vela, Griezmann; Xabi Prieto; Ifrán.
Suplentes: Zubikarai; Ansotegi, J. Ángel, Estrada, Rubén Pardo, Chori Castro, Agirretxe.
Sevilla FC: Diego López; Cicinho, Botía, Spahic, Fernando Navarro; Medel, Kondogbia; Jesús Navas, Reyes, Manu; Negredo.
Suplentes: Palop; Cala, Coke, Maduro, Rabello, Luna, Babá.