Un Sevilla de mentira

Álvaro Ramírez IIIEste Sevilla de Míchel es un equipo de mentira. No se crean discursos cariacontecidos y aparantemente crudos y realistas. Este Sevilla de Míchel está poco trabajado, no tiene ni idea de a qué jugar, no sabe cómo hacerlo, ni es fuerte en defensa ni peligroso en ataque. Este Sevilla no es nada, todo lo que hayan escuchado sobre él bórrenlo de la mente, es mentira.

La idea de ese Sevilla que solo se imaginaba, que no se palpaba, la dan sus números, los de esta nefasta noche en Mestalla o los de la primera vuelta. Dan para elegir.
Los primeros son ilustrativos. El Sevilla solo remató una vez a puerta ante el Valencia. Y ese primer y único remate llegó... en el minuto 87. De vergüenza, ridículo. En esto del fútbol todavía gana el que más goles mete, no hay otra forma de ganar. Valdría recórdarselo al cuerpo técnico nervionense. En total, el Sevilla remató cinco veces, su delantero centro, Negredo, solo una vez. Eso de aperitivo del partido.

En cuanto a los números acumulados esta temporada, dan miedo. El equipo nervionense acaba la primera vuelta de la temporada con 22 puntos, una cifra que evidentemente solo da para pensar en la permanencia, y con apuros. A este ritmo, aquellos cuentos de Europa son lejanos, son... mentira.
Como mentira fue el planteamiento del equipo ante el Valencia. Se plantó bien el Sevilla en el campo de inicio, cierto, e incluso aparentó tener un plan, atacar por la banda derecha e intentar hacer sangre al costado de Guardado, extremo reconvertido a lateral. Incluso aparentó hacer de la presión avanzada su forma de juego en el partido. Pero claro, engañó, era todo mentira. En cuanto tuvo la pelota un poco el conjunto che se debilitó el equipo hispalense, sus ánimos, su planteamiento. Entonces se echó atrás y se olvidó de atacar, de crear. Con Reyes (recuperación de mentira) y Negredo perdidos en el partido, solo Navas, como siempre, era la única vía de penetración. Jesús Navas, la única verdad del Sevilla.
Pero si el Sevilla fiaba su suerte a la defensa, porque al ataque quedaba claro que no (recuerden, un remate a puerta y llegó en el 87), era para no fiarse. Porque la defensa del Sevilla es otro engaño. Aparente, pero a la hora de la verdad permite la fuga, porque Rami vale que le gane un balón aéreo a Negredo, ¿pero que Soldado, goleador del Valencia, remate solo en el área chica? Marcajes de mentira, concentración de mentira, defensa de mentira.
Y para engañar, también Míchel hizo ajustes en el campo de mentira. Le ha dado al madrileño por buscar el revulsivo quitando a Cicinho del campo. Nunca le ha funcionado, por cierto. Metió a Perotti y colocó a Medel de lateral diestro. La modificación no dio resultado para nada. Entre otras cosas porque el pobre Perotti se volvió a lesionar al poco de salir. Es lo que tiene cuando se fuerzan las reapariciones de los futbolistas a marchas forzadas, mala suerte del argentino al margen.
Lo intentó también Míchel con Stevanovic (por Reyes...), y fue el bosnio el que tuvo el privilegio de recordar a todos los sevillistas que el Valencia tenía portero, que se llama Diego Alves y que, habitualmente, necesita más de un remate a prueba para fallar. Evidentemente. El brasileño detuvo el único tiro sevillista a puerta y el partido se marchó dejando claro lo que es este Sevilla, un equipo que no solo deja rematar al delantero centro del equipo rival, goleador de prestigio además, en el área chica una vez, es capaz de permitírselo dos veces, las necesarias para que el Valencia, o el Valladolid, o el Celta, o el Calavera o el Chonburi FC o el que se ponga enfrente le gane los partidos. Eso sí es verdad.