De las manos tontas a las manos del Pizjuán

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla vuelve del Vicente Calderón derrotado, pero vivo. Muy vivo, y no es mala noticia dejar la posibilidad de pasar a una final en manos de Nervión. Y eso que por momentos el conjunto nervionense sufrió y vio la eliminatoria alejarse, como la vio luego acercarse para dejarla en un término medio. No es mal resultado ni muchos menos un 2-1, pero debe hacerse mirar algunas ingenuidades el conjunto de Emery si quiere la final.

Porque, una vez que hubo superado el Sevilla el acoso del Atlético al final de la primera mitad, se encontró en la segunda con acciones ingenuas que le costaron verse cuesta arriba en el marcador. Había logrado el conjunto nervionense alcanzar el descanso con su portería a cero, metido en el partido a pesar de las ocasiones locales, cuando en la segunda acciones y manos tontas lo derrotaron.

Y es curioso, porque Spahic, autor de la primera 'chiquillada' de consecuencias graves, estaba hasta el momento completando un encuentro bastante solvente. Pero este central tiene esas cosas que lo hacen capaz de acaparar la 'dramatis personae' entera de un partido. De lo mejor a lo peor. Una mínima relajación ante Diego Costa, un reflejo incontrolable y penalti y segunda amarilla para casi hundir a su equipo en la semifinal. El brasileño no perdonó desde los once metros, y el encuentro y la eliminatoria parecía decantada.
La segunda chiquillada fue la de Fernando Navarro, otra mano, también de reflejo, pero controlable, cuando el partido estaba más de cara para el Sevilla e incluso se soñaba con algo más que una eliminatoria abierta para la vuelta.
Ese otro penalti transformado por Costa propició la derrota sevillista, pero entre las chuiquilladas del bosnio y el catalán, suerte que apareció para el equipo nervionense su particular 'chiquillo'. Un pase ('El Pase', cabría denominarlo) de Jesús Navas, bastante apagado hasta ese momento, propició una acción de Negredo que acabó en manos y expulsión de Godín. Ese gol del madrileño vale un potosí, porque mantiene vivo al Sevilla y minimiza los efectos de los ingenuos defensores nervionenses.
En cualquier caso, hay eliminatoria, vaya si la hay. Porque el Sevilla, aun derrotado, y a pesar de sus propios fallos, compitió en el Calderón. No hizo un buen fútbol, pero compitió metiendo en el encuentro una intensidad brutal, por momentos pareja a la del Atlético. Es cierto que en otras etapas del encuentro sufrió, y ni el parapeto preparado por Emery, con tres centrocampistas, parecía valer para frenar a los colchoneros, fuertes, precisos y pujantes. En esos momentos agradeció la ausencia de Falcao el equipo hispalense y agradeció también la titularidad de Beto, que en su primer encuentro como sevillista estuvo concentrado, atento y paró todo lo que tenía que parar. Incluso en los momentos finales fue un salvavidas de seguridad, cuando el Sevilla ya campaba con nueve hombres por la roja directa a Fernando Navarro, achacable en este caso más a la ingenuidad de Botía que al lateral.
Hay, pues, semifinal, y hay, pues, un partidazo espectacular el 28 de febrero en Nervión, en el que el conjunto nervionense buscará una victoria mínima para meterse en su tercera final en seis años. La final casi se fue de las manos, otra mano la puso de cara y ahora queda en las manos del Ramón Sánchez Pizjuán.