El mismo día en que el meta portugués firmaba su contrato con el Leixoes, el primero con un club importante, el contrato que daría inicio a su carrera como futbolista, su padre moría. "Justo el día que firmé", recuerda amargamente el ahora sevillista. "Siempre quise cumplir mi sueño y el de mi padre, él falleció en un día clave en mi carrera deportiva, ahora Dios me ha dado la oportunidad de jugar en el mejor campeonato del mundo y un gran club como el Sevilla, quiero trabajar y disfrutar de lo que tengo".
Antes había pasado Beto por la cantera del Sporting de Lisboa y por clubes modestos en los que buscaba hacer carrera. "En 2004 me fui a Chaves, a Marcos, clubes pequeños, pero quería la continuidad que no tenía en el Sporting", relata en los medios del club. "Se me acababa el contrato, y parecía que se me frenaba el mundo, me planteé si seguir luchando por mi sueño y el mi padre o volver a la escuela, y decidí ir a clubes donde podía jugar y tener continuidad".
No es extraño, por tanto, que actualmente, en cada partido, Beto tenga dos dedicatorias fijadas antes de cada encuentro. "Cada partido que juego se lo dedico a Dios y a mi padre, siempre siento la fuerza de mi padre".