Las luces y las sombras de la 'vía francesa' en el Sevilla

La liga francesa es, probablemente, la gran debilidad de Monchi. Sin tener el nivel de los campeonatos inglés, alemán, italiano o español, ofrece futbolistas de máximo nivel a precios asequibles. Al menos sobre el papel, porque al Sevilla, la vía francesa, no siempre le ha funcionado.
 

Bajo la dirección de Monchi, el Sevilla ha fichado ya ocho futbolistas procedentes del campeonato galo, con aciertos y errores. El primero de ellos fue Chevantón (Mónaco), jugador demasiado caro para su rendimiento en Nervión, donde tuvo muchos más gestos de cara a la galería, que actuaciones de verdadero nivel. Tampoco triunfaron Dabo (Saint Etiennne), voluntarioso pero muy limitado, ni Spahic (Montpellier), recientemente vendido al Leverkusen. Pero especialmente sangrante fue el caso de Romaric (Le Mans), con condiciones pero poco o nada profesional. En el haber del subdirector general deportivo sevillista están los fichajes de Keita (Lens), un auténtico pelotazo por su rendimiento en la única campaña que jugó en el Sevilla, Squillaci (O.Lyon), el último gran central que pasó por Nervión, y Kondogbia (Lens), que sigue en el Sevilla y no ha tocado techo. Gameiro es el octavo de la lista. De momento, ilusiona en su llegada al tratarse de un futbolista ya contrastado.
 
 
El Sevilla tampoco ha sido un equipo con demasiados franceses a lo largo de sus 108 años de historia. El primero fue George Dard, un internacional galo que solo jugó con la elástica sevillista en la temporada 48/49. Tuvo que pasar medio siglo hasta la llegada de los tristemente recordados Thetis y Casagrande.
Pero en esta década todos, o casi todos los franceses fichados por el Sevilla, han sido aciertos. Escudé y Kanouté (nacido en Lyon) han salido por la puerta grande como dos de los mejores futbolistas de la historia del club, Squillaci se marchó de mala manera pero su rendimiento fue impecable y Kondogbia va camino de triunfar. Una reflexión aparte merece el díscolo Konko, buen futbolista que realizó grandes partidos, pero cuyo rendimiento resultó deficiente porque nunca quiso o no se adaptó.