El Sevilla se agranda en Europa

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha logrado su primera victoria en la fase de grupos de la Liga Europa y lo ha hecho ante el Estoril con más sufrimiento del debido y con más autoridad de la que dicta el marcador. El conjunto nervionense, que acabó celebrando una meritoria parada de Varas, debió alcanzar los minutos finales con una mayor ventaja merced a sus muchas oportunidades y a su superioridad en el campo. Europa sigue siendo competición amiga para el Sevilla que, además, se sirve del torneo continental para seguir creciendo.

El equipo nervionense jugó de hecho un más que aceptable partido en Estoril, en el que gozó de muchas claras ocasiones de las que solo anotó dos, y por ello debe lamentarse. Porque el encuentro le pudo resultar mucho más cómodo. Luego es cierto que en defensa sufrió en la segunda mitad, sobre todo por el flanco de Figueiras y por un error puntual de Cala que sin embargo durante el resto de los minutos cumplió de forma solvente. Aparte, debe felicitarse por el estado de forma de Vitolo, anotador, por el buen tono de Alberto, por la salvadora parada de Varas, por el oportunismo de Gameiro y por Marin, que sin bien peca de individualista en algunas acciones es capaz en la mayoría de ellas de darle feliz término, como en su asistencia en el 0-1. Por contra, debe ocuparse, que aún es pronto para preocuparse, por la debilidad defensiva de Diogo, por la falta de chispa de Bacca y por la falta de precisión cuando se presenta en los metros finales, justo cuando parece que lo más difícil está hecho.

Pero la lectura del encuentro del equipo de Emery en Estoril debe ser positiva. No solo por la victoria y por el liderato momentáneo de su grupo, sino por el crecimiento que en diversas fases del encuentro ha evidenciado el equipo. Fue dominador absoluto del encuentro en la primera parte. Saltó al Antonio Coimbra con bastante autoridad. Dominador, poderoso, queriendo la pelota. Ayudaron Iborra y M'Bia, muy serios en defensa y seguros en la entrega. El Estoril, pese a ser el local y debutar ante su público, tomó conciencia pronto de cuál iba a ser su papel en el partido. Plegó velas y esperó oportunidades a la contra o por las bandas en algunas acciones rápidas. Tuvo pocas, la verdad, porque en el inicio la zaga nervionense concedió poco (lo cierto es que Cala y Fernando Navarro cada vez parecen encontrarse más cómodos), si acaso alguna jugada por el lateral de Diogo, más fiable por el momento atacando que defendiendo.
El caso, decimos, es que el Estoril tuvo pocas ocasiones, apenas aproximaciones en la primera parte. Y todo lo contrario pasó con el Sevilla. Dominó la pelota y el encuentro, aunque para llegar hasta la meta de Silva o bien cogía descolocada a la zaga local por alguna pérdida o bien rompía las líneas lusas, muy juntas, en alguna acción individual. Tuvo de todo. Y por ambos motivos llegaron las mejores ocasiones sevillistas. Bacca gozó de al menos tres oportunidades claras, pero no anduvo fino del todo en los primeros 45 minutos. También Marin gozó de una muy clara. El caso es que el Sevilla pudo marcharse al vestuario con más de uno y con más de dos goles a favor y se marchó a cero, aunque con una sensación evidente de superioridad.
En la segunda parte el partido, algo más roto, mantuvo la misma tónica de inicio, si bien los goles, afortunadamente, variaron el guión. El conjunto hispalense por fin encontró las redes rivales en una acción invididual de Marin, que sorteó rivales 'a lo Messi' para asistir a Vitolo, que no falló. Es el alemán un jugador diferente, con una calidad individual excelsa, que a veces peca de querer asumir todas las tareas ofensivas, pero que lleva a buen término la mayoría de ellas. Tuvo varios 'slaloms', y en el del 0-1 se lució. 
Dada la superioridad sevillista hasta entonces, el gol parecía que decantaba totalmente el encuentro, sobre todo porque el Estoril no había demostrado poder superar la zaga sevillista, pero, cosas del fútbol, la primera vez que lo consiguió, marcó. Un pase interior, un mal despeje de Cala tras rechace de Varas y el empate que por unos momentos pareció poner nerviosos a los nervionenses. Coincidió el empate con varios cambios que variaron en uno y otro bando las tendencias. Por una parte Gameiro y Rakitic entraron en el campo y dieron más continuidad y alternativas al juego sevillista. En los locales entró Gerso, que se convertiría en la pesadilla de Figueiras hasta el final del encuentro y la única fuente de penetración del Estoril. El partido se volvió más profundo en ambas áreas y el Sevilla fue el que se llevó el gato al agua porque tiene más calidad, más gol y porque tuvo más ocasiones. Curiosamente llegó en una casi fortuita, en la que Gameiro, más fino que Bacca, no perdonó.
El Estoril, que tuvo también la suya en el descuento, no tuvo el mismo acierto, entre otras cosas porque se topó con Varas, y el Sevilla, mejor, se llevó el triunfo a domicilio en Portugal merecidamente.
El equipo de Emery creció en tierras lusas. Tuvo más continuidad en el juego, tuvo ocasiones y durante muchos minutos ató a su rival hasta no temer por su defensa. Cierto que sigue teniendo lagunas atrás, pero genera bastante en ataque, mucho, y si tiene un porcentaje medio-alto de eficacia dará la razón a la teoría del Emery, que considera que el equilibrio sevillista se romperá por su potencial ofensivo. De momento, en Europa, así es. Cinco encuentros, cinco victorias, y de entrada líder del grupo H.