Ni respeto ni plantilla

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha consumado este miércoles su primer gran fracaso de la temporada. Ha caído eliminado a las primeras de cambio en la Copa del Rey tras perder 0-2 ante el Racing de Santander y dejar en inocuo el 0-1 de la ida en El Sardinero. Un fracaso y una enorme decepción, por inesperada e inconcebible, y directamente achacable tanto al entrenador, que en la práctica no ha guardado el respeto a la competición pregonado en la previa, como a ese fondo de armario que ha demostrado no existir o cuando menos estar conformado por futbolistas teóricamente competentes que no lo han sido tanto. ¡Qué flaco favor le hizo M'Bia a su equipo con su expulsión! ¡Cómo tiraron otros la camiseta con su actuación!

Realmente, tenerle un máximo respeto a esta competición es tratarla cuando menos con la misma importancia que a la Liga, o a la Liga Europa. Y poner en el campo más jugadores de los que habitualmente juegan que los que no lo hacen. Ese es el riesgo que se toma. Las rotaciones son necesarias hasta que el nivel del equipo baja de forma tan alarmante. No es lo mismo Rusescu que Gameiro o Bacca, no es lo mismo Carriço que Cala, ni es lo mismo a día de hoy Jairo que Vitolo. El compendio del rendimiento de los jugadores de segunda línea de esa plantilla tan profunda y competitiva ha sido tan pobre que ellos mismos han lanzado su primer torpedo a la línea de flotación del proyecto del Sevilla.

Lo que puede llevar además a la reflexión es que el conjunto nervionense quiso durante bastantes minutos del partido, pero apenas pudo. Por la deficiencia física de sus futbolistas, por la deficiencia técnica en muchos casos. En la primera parte apenas disparó a puerta ante un Racing bien cerrado, pero la que tuvo la tuvo Rusescu y la falló. No encontró espacios el equipo hispalense, ni huecos, hubo poca movilidad del equipo, poca actividad, y luego en defensa hubo muchas deficiencias. Cala no tuvo su mejor día y M'Bia fue un auténtico desastre durante los 90 minutos.
En la segunda mitad se dejó ir el Sevilla incluso algo más, dejó pasar los minutos de forma algo inoperante y los cambios (Bacca y Carlos Fernández) que debían cambiar el ritmo del encuentro apenas pudieron replantearse la situación porque en apenas diez minutos se encontraron que tenían que dar vida a un equipo al que empezó a matar Stephane M'Bia. Porque Cala falló, y propició una clara ocasión de gol del Racing, pero el camerunés se volvió loco al arrollar al delantero cántabro, expulsarse y provocar un penalti que no solo condenaba al equipo de Emery al casi seguro 0-1, sino que lo condenaba a jugar el resto del encuentro con un futbolista menos. 
Porque si un 0-1 del Sevilla con el Racing once contra once es peligroso, pero no definitivo, un 0-1 con el Racing diez contra once es casi definitivo. Javi Varas estuvo a punto de parar el penalti, pero la pelota entró llorando, como de lloro fue lo que quedaba del choque.
El Sevilla intentó en una reacción orgullosa buscar el gol para intentar pasar la eliminatoria, incluso tuvo ocasiones, pero no acertaron los nervionenses, pero sí el Racing, que antes de certificar el fracaso y el enfado del proyecto sevillista tuvo varias ocasiones.
El equipo hispalense buscaba la prórroga, pero no la alcanzó. Koné, de nuevo de forma agónica, tras rebotes, tras alboroto en el área, hizo el segundo y soliviantó con toda la razón a los aficionados del Sevilla, que piden sangre con toda la razón, porque han perdido la ilusión en la competición que tantas alegrías les ha dado en las últimas campañas. Faltó respeto, faltó plantilla, faltó fondo de armario. Sobra decepción. Fiasco mayúsculo y duro golpe al proyecto de esta campaña.