Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha logrado un muy buen resultado en la ida de la semifinal de la Liga Europa ante el Valencia. Un muy buen resultado que si bien no asegura nada sí que acerca la final de Turín. La ventaja de dos goles cobrada y sobre todo defendida por los de Emery debe resultar suficiente para la vuelta en Mestalla siempre que mantenga sus prestaciones, ofensivas y defensivas.
Porque el Sevilla, en este partido de ida y en los últimos meses, está ofreciendo unas prestaciones de muy alto nivel. Alto nivel competitivo y alto nivel de eficacia. Un equipo que domina las dos áreas como el Sevilla puede permitirse el lujo de apostar por una vertiente u otra. Por defender resultados o por remontarlos, por calmar el partido o por revolucionarlo. Ante el Valencia se puso por delante, con la ayuda del colegiado, y después tomó distancia con un golazo de Carlos Bacca, algo ya habitual.
A partir de ahí, y con el 2-0, el equipo hispalense dedicó sus fuerzas a defenderse, sabiendo que a la contra pudo hacer daño. El Valencia le llegó, pero también el Sevilla pudo matar. Pero es que realmente con jugadores en el campo como los que tiene Emery los partidos se decantarán la mayoría de ocasiones, como este jueves, de su lado. Porque realmente el técnico ha labrado un espíritu de sacrificio, solidaridad, intensidad y coraje que lo eleva a los altares de la competitividad. Y aunque el Valencia es un equipo con recursos, y alguno que otro mostró, cuesta realmente un mundo meterle mano a este Sevilla en estos momentos... si no es por errores propios errores que con este nivel de atención y concentración no suelen aparecer.
Por eso, por ese espíritu, debe tener confianza el sevillismo en su equipo, más allá del buen, muy buen resultado.
El partido empezó como suelen los de esta enjundia, competidos al cien por cien, con una máxima intensidad, pero con poca claridad de ideas y de juego, sobre todo porque la presión de los dos equipos era tan agobiante que no había tiempo para pensar. El choque se convirtió en una lucha en la que el Valencia empezó algo más entonado, sobre todo porque perdía menos la pelota que el Sevilla y porque además se encontró cómodo en el terreno de juego rival. Muy competitivo el equipo che, que además tuvo algún acercamiento con cierto peligro que llevó la intranquilidad a la grada. Pero a pesar del dominio valencianista, de la mayor posesión, de la mayor presencia en campo contrario del conjunto de Pizzi, no se encontraba tampoco a disgusto el Sevilla con esa situación. Ha llegado el conjunto de Emery a estas alturas de la temporada con una seguridad y una confianza en defensa a años luz de la del inicio del curso. Y sabe que estando sólido atrás arriba tiene argumentos de sobra para decantar la balanza. Por eso un par de transiciones rápidas dejaron advertido al Valencia de que el equipo local estaba vivo, muy vivo.
Por eso ya cuando llegó el primer gol del Sevilla, con la increíble connivencia del árbitro, el asistente y el juez de área, el equipo nervionense había esbozado algunas de las que eran sus armas. Ese 1-0 de M'Bia, en clarísimo fuera de juego y de impresionante resolución de tacón, confirmó de forma injusta una tendencia invertida más legítima en el encuentro.
Una tendencia que se reforzaría de forma brillante, apenas dos minutos después, con un magnífico gol de Carlos Bacca tras una buena pared de Vitolo, que se asoció de cine con el colombiano.
El Sevilla, claro, se creció, y hasta la recomposición del descanso fue claramente superior a su rival con las mismas armas, defensa aguerrida, intensidad inigualable y eficacia y velocidad arriba. Estas características se volvieron extremas en la segunda mitad. El equipo nervionense tuvo claro que la ventaja conseguida era un potosí, y empleó la mayoría de sus fuerzas en defenderla. Se cerró atrás, buscó peligrosas contras e incluso aumentar su ventaja a balón parado. Lo cierto es que tuvo ocasiones, porque Fazio pudo y casi debió, hasta en dos ocasiones, marcar de cabeza en franca posición. Pero también sufrió. Y con los minutos, más. Sobre todo porque el conjunto che encontró un punto débil en la zaga y en el armazón sevillista, la banda derecha. En el centro del campo Carriço y M'Bia, con un portentoso derroche, marcaron el territorio y fijaron el 'prohibido paso' de forma permanente. También la izquierda la defendían con oficio Fernando Navarro y Vitolo. Por el aire, casi todo era sevillista. Fazio y Pareja estuvieron incomensurables, no solo de cabeza, también en todo balón dividido que llegaba al área propia. E incluso los no divididos, porque varios robos fueron fundamentales. Así pues, la única vía de penetración que encontraron los che fue la banda derecha del Sevilla. Reyes se fatigó pronto, Marin, que le suplió, no dio la altura defensiva y Diogo daba una de cal y varias de arena. De hecho, las ocasiones más claras del Valencia en la segunda mitad llegaron por su flanco. Y dispuso de algunas el equipo levantino, de Alcácer, que se perderá la vuelta salvo recurso, y sobre todo de Vargas, que se estrelló primero con Beto y luego con el palo.
Por eso puede dar gracias el Sevilla, igual que el Valencia por las oportunidades que a la contra desperdició el conjunto de Emery. Sobre todo una clara de Bacca ante Guaita, la reseñada de Fazio y una clamorosa en el último minuto de Iborra, que falló a puerta vacía tras una falta botada por Rakitic. Incluso Gameiro reclamó una mano que pareció evidente en el área del conjunto abanderado.
Lamentando ocasiones unos y otros acabó el partido, con ese 2-0 que pone en ventaja al Sevilla ante el Valencia y lo acerca a la final de Turín. Pero además del resultado favorable para los nervionenses, también debe animar a los sevillistas a confiar en una nueva final las prestaciones de su equipo. Las ofensivas, sí, claro. Pero visto lo visto en los últimos partidos, también, y mucho, las defensivas. La línea de cuatro y los dos parapetos por delante, Carriço y M'Bia, con el recambio de Iborra, convierten al Sevilla en un auténtico armazón, físico y táctico, difícil de superar. Si no se altera la fórmula, ya puede ir sacando el sevillista billetes para Turín.