En la última década, el gran Oporto ha quitado el protagonismo que siempre habían tenido las “Águilas” como máximos representante del fútbol luso, pero desde que han cuajado las ideas balompédicas del magnífico entrenador Jorge Jesús, el ciclo ha vuelto a posicionar al Benfica en su sitio natural. Con un doblete en títulos nacionales esta temporada (Liga y Copa de la Liga) y una sobresaliente trayectoria en la Liga Europa en las dos últimas campañas, se presenta en la finalísima de Turín un Benfica muy potente a pesar de sus importantes bajas, demostrando que sabe perfectamente a lo que juega y cómo debe hacerlo para conseguir sus objetivos.
El Benfica es capaz de realizar varios estilos de juego durante un mismo partido y realizarlos todos con una eficacia formidable. Puede estar veinte minutos esperando a su rival agazapado con dos líneas defensivas perfectamente coordinadas tácticamente y luego empezar a embotellar a su rival durante otros veinte minutos desplegando una serie de variantes ofensivas muy difíciles de contrarrestar. Defensivamente es un equipo muy bien trabajado que no se descompone y tiene sapiencia para cerrar los espacios al rival (como ya bien demostró en el partido de vuelta de semifinales frente a la favorita Juventus). Cuando toca jugar al ataque, es un conjunto capaz de hacer daño en acciones combinativas por dentro en línea de tres cuartos, o bien desplegar un juego veloz y directo por bandas.
Jugadores para dominar estos estilos tiene en su plantel: el equipo luso empieza en un jovencísimo guardameta, Jan Oblak, que se encuentra en un estado de forma óptimo y que es la esperanza eslovena para sustituir en la selección al colosal Samir Handanovic. En una poderosa línea de cuatro defensas, destacan como sobresalientes centrales el brasileño Luisao y el argentino Garay, dos baluartes que aportan seguridad, contundenica, personalidad, juego aéreo en ambas áreas y poderío en la marca. Los centrales están flanqueados por dos laterales de largo recorrido, rápidos y con buena técina, Maxi Pereira y Siqueira, mejor el lateral zurdo ex del Granada. En el centro del campo, el doble pivote pierde un pilar fundamental en labores defensivas y de presión al contrario como es el argentino Enzo Pérez.
La presencia del completo y trabajador Amorin está asegurada y a su lado, ante la baja del mediodentro serbio Fesja, parece que puede actuar André Almeida. Sin duda la línea medular disminuye su nivel sin la presencia de Enzo Pérez, y aún más si se le suma la baja del joven talento serbio de 20 años Markovic, una desequilibrante joya en banda que echarán muchísimo de menos los lisboetas pero que seguirá dándoles enormes jornadas de alegría en el futuro más inmediato. La habilidad de Gaitán y del jugón español Rodrigo en línea de tres cuartos la aprovecharán para crear espacios y combinar con peligro, si bien el peligrosísimo delantero Rodrigo está capacitado tanto para el juego asociativo como para el juego directo arriba. En punta, un delantero que sin hacer ruido sigue realizando grandes temporadas en el futbol luso, el ariete brasileño Lima, típico futbolista capaz de rendir bien ante cualquier situación. Aunque, si el paraguayao Óscar Cardozo está bien, supera por mucho las cualidades del brasileño y debe ser la punta de referencia del equipo.
No hay que descartar aportanciones de los ofensivos Sulejmani o Duricic que han estado lejos de su mejor nivel durante este curso futbolístico.
El aficionado sevillista vuelve a vivir un día tremendamente especial que está acostumbrándose a disfrutar cada muy poco tiempo en los últimos años, algo que demuestra la grandeza y la dimensión en la que se ha instalado este club. Que el Benfica es un gran rival nadie lo pone en duda. Ahora bien, que el Sevilla F.C. tiene argumentos futbolísticos de sobra para no amilanarse e ir a por el rival desde el primer minuto, no hay que ponerlo en duda tampoco. Si el Sevilla está al nivel que sabemos que puede estar, debe ser el meritorio dueño de esta nueva final. Si los nervionenses salen de verdad a por el partido, el trofeo de la competición más especial para los sevillistas volverá a la ciudad hispalense, aquella a la que echa tanto de menos que no se resiste a volver a visitar cada pocos años últimamente y así situarla una vez más en el epicentro del fútbol continental.