Los aficionados del Sevilla que acudieron al partido ante el Standard disfrutaron de la victoria de su equipo ante los belgas, y disfrutaron de los tres goles de su equipo. Pero de uno en particular. El 2-1 que anotó José Antonio Reyes fue un auténtico despliegue de toque y precisión que acabó con un magnífico gol que desató el delirio en Nervión.
La jugada parte en Deulofeu, que busca la internada por la banda derecha, cede a Diogo y busca el desmarque por la misma banda. Pero el portugués frena la jugada por esa vía de penetración y vuelve al medio, donde busca a José Antonio Reyes. A partir de aquí todo es vertiginoso hasta la excelencia. Arranca el utrerano, hace un breve recorte y ya decide buscar la pared, la primera, con Denis Suárez. El gallego esperaba de apoyo en la frontal, y tras recibir la pelota de Reyes se la devolvió a la primera. Hizo lo propio el canterano y sin respirar casi Denis metió un pase interior a Diogo, que había penetrado en el área en perpendicular cuando cedió la pelota en el inicio de la jugada. El toque del lateral derecho no fue de menos mérito. De hecho fue exquisito y dejó a Reyes, con un inteligente control orientado, solo ante Thuram. A partir de ahí, no podía ser de otra forma, la jugada acabó con broche de brillantes, gol con calidad de Reyes.
Y tal exquisitez desató el delirio momentáneo de los aficionados sevillistas, que sacaron sus pañuelos para premiar tal obra futbolística, tan detallista, precisa y barroca a la vez. Un gol muy de la escuela sevillana, sevillista y de la casa. Y lo firmó Reyes.